Balsa de Ves: una apuesta por la ruralidad

Ana Martínez
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Esta localidad de la comarca de La Manchuela goza de unos de los entornos naturales más privilegiados de la provincia, pero necesita emprendedores para evitar su continua despoblación

'El Trinquete', el lugar más frecuentado y conocido de Balsa de Ves. - Foto: Arturo Pérez

Es uno de los municipios más pequeños de la provincia de Albacete: 129 vecinos empadronados a 1 de enero de 2021. Pero menos es más y, en la misma proporción, aunque al contrario, es uno de los municipios que goza de uno de los mejores entornos naturales, gracias al verde, amplio y montuoso valle del Cabriel y a las gargantas del río Júcar, junto a La Serrezuela de La Pared.

Es Balsa de Ves, donde se inhala el verdadero ambiente de ruralidad, la tranquilidad en estado puro. Donde se oye el silencio y se respira paz. Donde cualquier persona conseguirá olvidar las prisas y el estrés de las grandes localidades, el claxon de los coches y la contaminación ambiental.

María de la Calzada es ejemplo de ese regreso a las raíces que tanto reclaman las voces que advierten de la desaparición de las zonas rurales deprimidas. Con 42 años, decidió empadronarse en Balsa de Ves y residir en casa de sus abuelos, después de que la pandemia le hiciese crack en la cabeza: «La vida y el trabajo en la ciudad son agobiantes, aquí hay vida, tranquilidad, se vive sin reloj, me despierto con los pájaros, tengo la montaña y el campo al lado y salgo a caminar todos los días con mi perra».

María ha podido darle este giro a su vida porque este municipio de La Manchuela tiene muy buena conectividad a internet y teletrabaja. Diseñadora gráfica de profesión, vivir en el medio rural retirada del mundanal ruido le permite «organizarme mi propio horario de trabajo» y, a la vez, disfrutar de la comodidad y la calma del medio rural.

Pepita Olmo puede comparar perfectamente las diferencias entre residir en una zona rural con tan pocos habitantes y en una ciudad como Valencia, pues desde que su marido se jubiló pasa una semana en Balsa de Ves, de donde él es oriundo, y otra en la capital del Turia, por motivos familiares: «Tenemos que hacernos cargo de nuestra nieta, si no fuera por ella, no dejaría el pueblo, porque aquí se vive estupendamente bien, hay paz, tranquilidad y es un pueblo muy acogedor», de lo que puede dar fe Jorge Chía, peruano de nacimiento, cuya relación con una valencia le trajo hasta España en 2019 en una situación precaria: «Salió la licitación del bar de la piscina municipal de Balsa de Ves, concursamos y en junio de 2021 lo abrimos», un ejemplo más de cómo los pueblos también se pueden repoblar con nuevas familias.

Balsa de Ves cuenta con un casco urbano de apenas 75 kilómetros cuadrados. En su centro se localiza la Casa Consistorial y la iglesia parroquial, de estilo barroco, datada en los siglos XVII y XVIII, según la información del técnico en Turismo, Francisco José Tébar, para Naturocio Servicios Turísticos. Un templo que popularmente se conoce como la iglesia de la Balsa, donde se venera el Cristo de la Balsa, una imagen que sale en procesión en las fiestas de la Santa Cruz, que reúne el canto de los Mayos el 30 de abril, así como la citada procesión, en la que se reparten rollos y cuerva. Una fiestas que se completan con las hogueras que se encienden por San Antón, jornada en la que también se celebran una subasta y un baile.

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