Munera, Tendero y Serrano triunfan en El Bonillo

Pedro Belmonte
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El balance de la corrida mixta fue de nueve orejas y un rabo, en un festejo entretenido, en el que reaparecía el diestro Sergio Serrano después de su cogida en la plaza vasca de Azpeitia

Munera, Tendero y Serrano triunfan en El Bonillo - Foto: Pedro Belmonte

Con medio aforo cubierto se celebró ayer una corrida mixta en la que se lidiaron dos toros de Ruiz Cánovas para rejones, mansos, y cuatro toros de Salvador Domecq, bien presentados, flojos y descastados, para Juan Manuel Munera, Miguel Tendero y Sergio Serrano.

 Abrió plaza el rejoneador Juan Manuel Munera, quien se enfrentó a un toro de Ruiz Cánovas, un animal parado y al que había que llegarle mucho, pero que arreaba en la distancia corta. Templó bien los primeros arreones en el primer tercio, sin que llegara a tocarle la montura. En banderillas con Sagitario le llegó hasta el hocico, clavando arriba al estribo y con Misterio, en el último tercio lució en cortas, con un final de ellas a dos manos de mucho mérito. Un rejón algo trasero fue suficiente, lo que le valió para cortar una oreja.

Muy entonado estuvo Juan Manuel Munera en el que hizo cuarto, un toro con mayor recorrido y franqueza que el anterior, al que clavó arriba y reunido, templando con la grupa con las cuatro monturas que sacó, Aroma, Arrebato, Maná y Misterio. Brilló en banderillas con Arrebato y Maná y con las cortas Misterio, especialmente a dos manos. Un rejón contrario y las dos orejas al esportón.

El primero de la lidia a pie, con el hierro de Salvador Domecq, lo paró Miguel Tendero encajado y templado con el capote con un ramillete de verónicas ganándole terreno. Llegó a la muleta con poco fuelle, sin clase ni casta, pero lo supo cuajar por el pitón derecho sin obligarle, a media altura y muy suave y templado, pero el animal decidió dejar de pasar, por el izquierdo y después también en redondo, metiéndose entre los pitones. Una estocada desprendida le dio para una oreja.

El quinto se desmoronó al encontrarse con el caballo sin apenas darle. La faena fue de enfermero, muy suave, templada y por arriba, pero el público protestó durante el trasteo al caerse y costar levantarlo. Muy entregado, pero sin que le sirviese por la absoluta invalidez del de Salvador Domecq. Un pinchazo antes de una buena estocada, le sirvió para cortar una oreja y salir por la puerta grande.

Reaparecía Sergio Serrano de su cogida en Azpeitia y para nada le mermó su capacidad. El toro tenía las fuerzas justas y Serrano lo supo aprovechar a la perfección, sin obligarle, llevándolo suave, lo que ya había hecho con el capote. Series a media altura por los dos pitones, aunque no duró mucho el animal, finalizando en la cara emulando al maestro Dámaso con el péndulo, lo que conectó fuerte con el tendido. Lo mató de una estocada y se le premió con las dos orejas.

El sexto tuvo que ser a media luz, ya que solo funcionaron la mitad de las luminarias de la plaza. El toro, muy flojo y descastado, se movió gracias al tesón del torero, que le robó los muletazos, muy metido con el animal, pero cuando iba a entrar a matar se fue la luz del todo y entró a matar a oscuras, a pesar de lo cual cobró una estocada que le valió concederle las dos orejas y el rabo.

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