Villarrobledo vive una tarde triunfal a caballo y a pie

Pedro Belmonte
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Esaú Fernández indulta dos toros en un festejo en el que le acompañaron en la salida a hombros el rejoneador Juan Manuel Munera y los diestros Antonio Ferrera y Sebastián Ritter

El diestro Esaú Fernández, que indultó a sus dos enemigos. - Foto: Œy’c–JÀÿöÿõÿö

Una actuación muy entonada la de Juan Manuel Munera al toro que le correspondió, un animal templado y que le dejó estar, embistiendo con buen tranco al que pudo llegarle cerca con las monturas, bien templado y toreando con la grupa de salida. Lució en banderillas con Arrebato con el que clavó tres banderillas arriba al estribo mejorando con Maná, llegándole con el pecho y dejándose ver dándole la cara y clavando reunido. En el último tercio fue Misterio quien le llevó a poner banderillas cortas, los dos últimos pares a dos manos, con solvencia, llegando al tendido con fuerza. Un rejón algo contrario y tres descabellos pie a tierra le llevaron las dos orejas a sus manos.

Toro noble y bonancible el primero de la lidia a pie, el que le correspondió a Antonio Ferrera, quien lo paró con su original capote con suavidad y temple, características que adornaron la faena de muleta, sin obligarle, a media altura, lo que hizo confiar al animal y durar. Faena de buena compostura que finalizó con una estocada casi entera, volviéndose loco el palco que concedió las dos orejas y el rabo.

El segundo de su lote también tuvo calidad, aunque menos formalidad en la embestida. Ferrera lo toreó en sus maneras antiguas, más revoltoso y con menos tranquilidad, con pasajes buenos por abajo. Lo mató de estocada y descabello y como no podía ser de otra manera, le dieron las dos orejas y el rabo.

Metidos en la locura, el tercero de la tarde, segundo de lidia a pie, fue indultado ya con cuerpo de fiesta. Un buen toro, noble, muy manejable, que metía la cara con clase y al que apenas se le picó. Esaú Fernández lo recibió con larga cambiada de rodillas en el tercio, templándolo y ligando los lances. Faena de mucha ligazón y temple, que duró lo suficiente para que el público pidiese el indulto, que el palco concedió de forma antirreglamentaria. Paseó las dos orejas y el rabo simbólicos.

Ya con luz artificial salió el sexto, quinto de lidia a pie, toro de buena embestida, noble y entregado, aunque con menos recorrido, al que Esaú toreó siempre por abajo, con temple y muy ligado, exigiéndole mucho, con media muleta arrastrando y conectando con el tendido muy rotundo. Buen toro, que mejoró conforme pasaba la faena. Trasteo muy completo, con mucha compostura. Se pidió el indulto y el palco volvió a sacar el pañuelo naranja. Locura colectiva.

Con algo más de picante salió el cuarto de la tarde, un toro bonito por delante al que se le picó mal pero que tuvo mayor transmisión que sus hermanos. Sebastián Ritter realizó un trasteo con altibajos, combinando momentos de toreo templado por abajo, con otros más embarullado. Lo mató de una estocada caída y paseó las dos orejas.

En el que cerró plaza, realizó una faena en las distancias cortas, que caló en los tendidos y, tras el acierto con la espada, paseó otras dos orejas y rabo.

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