El legado andalusí

I.M.
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En septiembre la alquería islámica de La Graja de Higueruela acogió una nueva campaña de excavaciones arqueológicas y en octubre las exploraciones llegaron a la torre árabe de vigilancia de Bogarra, a la Torre de Haches

Imagen de varios de los participantes en las excavaciones que tienen lugar en septiembre en el yacimiento de La Graja. - Foto: José Luis Simón

Y a van para tres las campañas de excavaciones arqueológicas que están teniendo el yacimiento de La Graja en Higueruela, como protagonista y a las que habrá que sumar otras dos más a desarrollarse igualmente en el noveno mes del año pero en los próximos 2023 y 2024. Las excavaciones se hacen coincidir con el mes de septiembre a cargo de un equipo mixto formado por 30 personas entre arqueólogos profesionales, arqueólogos en formación sea a nivel de Grado o de postgrado, obreros especializados y obreros no especializados. 

La parte de actividad arqueológica propiamente dicha dura un mes y tiene lugar en el campo, en el yacimiento. Pero el trabajo, no obstante, no se quedará en esto sino que continuará once meses más pero ya en el laboratorio. Son 11 meses dedicados, por ejemplo, en la Universidad de Alicante, entre otros lugares, a la investigación, al análisis, al estudio de todo lo que allí encuentren y al procesamiento de los datos obtenidos. Además de lo anterior, también hay jornadas de puertas abiertas. A celebrarse en octubre en coincidencia con el fin de semana en este año ya llevamos tres, si bien aún quedan dos más, habiendo pasado ya por allí en este 2022 hasta 450 personas procedentes tanto de la misma Higueruela como de la capital, de Almansa o del Valle de Ayora, entre otros lugares. 

Ahora bien, qué es lo que hay detrás de estas excavaciones y del citado yacimiento. Pues ni más ni menos lo que hay es una alquería islámica del año 1000 y el estudio de los grupos humanos campesinos del Califato de Córdoba que habitaban en aquel entonces en las tierras de Albacete, según explica uno de los codirectores de esta excavación, José Luis Simón.

«La excavación lo que nos está desvelando, en resumen, es cómo era el poblado, cómo eran sus casas y cómo era la actividad económica que protagonizaban estos grupos humanos, los cuales, cabe igualmente decir, que no eran los más habituales dentro de lo que sería el mundo analusí; un mundo que, por lo general, se asocia con acequias, huertas y hortalizas, y no con pastores, con ganaderos, con gente que, en definitiva, se dedicaba al secano y que colonizaron estas tierras en torno al año 950 pero que en torno al año 1100 tuvieron que abandonarlas para reagruparse todos en unos puntos con mejores defensas», añade Simón.

Se fueron, según dice este arqueólogo, por «la inestabilidad política que había en ese momento en toda la península ibérica. No sólo los cristianos habían conquistado el Tajo y el Cid estaba saqueando Valencia, sino que igualmente la descomposición del estado islámico era tal que su ejército se había vuelto en un ejército de bandoleros. Como dice un colega mío de la dirección facultativa, en La Graja lo que te vas a encontrar es la génesis de una ciudad, sus primeros vestigios y, además, aquí te los vas a encontrar intactos».

A estas fechas gracias a estos trabajos, además, de objetos de cerámica, de bronce o de algún que otro elemento en hierro, lo más importante que se ha descubierto en este yacimiento vienen a ser las estructuras arquitectónicas. Ya se han excavado dos casas completas de 500 metros cuadrados cada una de ellas, y una mezquita, de manera que a una media de seis personas por cada una de las casas que hay podemos estar hablando de un poblado grande, de unos 200 campesinos viviendo, sobre todo, de la agricultura de tipo mediterráneo cultivando, por ejemplo, trigo y viñas o de la ganadería con rebaños de ovejas y cabras.

 

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