Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


El cajón del Rey

30/03/2023

El cajón del Rey ha demostrado que España sigue siendo un país monárquico por más que les reviente a los republicanos. En pleno proceso de primarias y pactos, los yolandas y coletas no atisban a ponerse de acuerdo y han abierto en canal la hendidura por la que se ha colado el Rey y se ha puesto a tocar el cajón. El problema de hacer un congreso en Cádiz del castellano es que la Tacita de Plata es cuna vieja y tiene tres mil años. Los chirigoteros y comparsistas dicen que Cádiz no es ciudad de reyes sino de carnavaleros. Y llevan razón, porque desde Fernando VII Gadir quedó vacunada de Borbones y otras salazones. Por eso mismo, el Rey Felipe VI, que es mucho más listo de lo que los republiketas suponen, ha cogido el cajón y se ha puesto a tocar. Tanto que hasta Letizia se ha entusiasmado y ya es primavera otra vez en Casa Real.
El compás o ritmo del Borbón lo lleva dentro de su corazón desde que el mundo es mundo. Prácticamente desde que Felipe de Anjou se hizo con el trono español frente al archiduque Carlos, que dejó con el culo al aire a Clara Ponsetí y al del pelo fregona, Puigdemont creo que se llamaba. Esos mismos con los que Sánchez ha pactado quitarles cuarto y mitad de condena cambiando el Código Penal, como si esto fueran mollejas o criadillas. El Rey se ha hecho el tonto y se ha puesto a tocar el cajón y así pasa que, igual que el flautista de Hamelin, ha enmudecido el barco y se ha llevado consigo a las ratas que más chillaban y armaban la tremolina. Esta semana no ha abierto nadie la boca para criticar al Rey. Ha hecho más el cajón que todos los tratados y discursos juntos.
La evidencia de que el cajón del Rey ha sido un éxito es que su dueño ha dicho que ya los ha vendido todos y no queda ninguno. Por si alguno no sabe de lo que hablamos a estas alturas de la columna, que no creo, les diremos que cuando mentamos el cajón del Rey no aludimos a la cómoda de la habitación ni los salvasleeps que pudiera guardar, sino al cajón musical que se puso a tocar el otro día en Cádiz cuando inauguró el congreso del castellano. Los indepes odian la lengua española porque es el vestigio de la gran nación que ha sido España y sin la cual no puede entenderse el mundo tal y como lo conocemos. Tienen dos trabajos, rascarse si las pica y dejarse de rascar cuando se alivien. Pero la vida es así y no hay DUI que lo mueva. Entre otras cosas, porque las DUI – Declaraciones Unilaterales de Independencia- cada vez duran menos. La última por la que a Harry Potter lo juzgan duró apenas treinta segundos. 
El Rey es más listo de lo que pensábamos y se ha puesto a tocar el cajón igual que su padre. Menos mal que lleva el gen Borbón dentro y ha aprendido cómo zigzaguear con la cintura. Letizia no se lo creía y se puso a aplaudir, lo cual el pueblo llano celebra como si una boda gitana se tratase. Queremos Borbones en el trono, porque lo contrario ya sabemos dónde lleva, a las hostias, los panes y Magariños con Yolanda y la médico y madre. Podemos no sabemos lo que va a hacer porque Robespierre está entre la guillotina y los sansculottes y puede que incendie las calles igual que París. Para eso le convendría más que ganara el PP y así se queda como reducto último de las esencias.
El Rey, en fin, ha tocado el cajón y ha demostrado que tenía ritmo. Como la canción de Peret, no estaba muerto, que estaba de parranda. Cobró su salario y le dio para malgastarlo. El padre, dirá alguno. Pero Juan Carlos, como mucho, está ya sólo para la gestación subrogada. Con un par Ana Obregón.