Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Ni triste ni gris

28/02/2023

Uno de los mantras que vienen ya marcando la campaña política, de cara a conseguir la Alcaldía de nuestra ciudad en el próximo mes de mayo, es acusar al oponente de triste. Arman, parte de su discurso propagandístico, atacando a sus adversarios desde una supuesta tristeza que, según ellos, les pilla todo el cuerpo. A este respecto no seré yo el que concluya si un candidato es más animado que otros, pero sí pienso que a un político no se le apoya por los chistes que cuenta o las sonrisas impostadas que van regalando allá por donde fuere; se le vota por otras cosas que poco tienen que ver con la fiesta que corra por sus venas. En lo que no debemos de ceder es en eso, tan falaz como maniqueo, que apunta a que, antes de llegar esta última corporación al Ayuntamiento, Albacete era una ciudad triste y gris. En columnas como ésta he sido el primero en criticar a nuestra querida urbe a la que, entre otras cosas y en numerosas veces, la he llamado «poblachón manchego» acudiendo a una bonachona catetería con ínfulas burguesas que, poco o nada, ha ayudado a su virtual progreso. Cierto es que esto no ha sido nunca París o Berlín. Tampoco Disneyland. Pero ni falta que nos ha hecho, como tal fallida metáfora. Que a nadie se le olvide que esta tierra ha dado a luz a genios de la mejor cultura nacional en las últimas tres décadas; tanto en lo musical, como en lo periodístico o en lo cinematográfico y chanante. Seguro que desde las presuntas tinieblas de un útero oscuro y baldío no habrían salido ejemplares de su feliz resplandor. Y fijo que su génesis y feliz desarrollo poco tuvieron que ver con quien esgrimía la vara de mando municipal, fuera un samugo o la alegría de la huerta. En cualquier caso, si nuestro pasado fue tan penoso y opaco y de ello mal presumimos, poco futuro podremos vender a los foráneos. Todos confiamos en que este nuevo y potencial «Albacete de las luces» no sea destello de un día y que todo se deba a un superplan que, de verdad, alumbre un camino que nos sitúe, por fin y sin ambages, en el lado brillante del futuro. 

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