Domingo Henares

Domingo Henares


Una pequeña verdad

28/11/2021

Este fin de semana último pasado, nuestras calles y plazas de la ciudades grandes se han visto gozosamente alteradas por la presencia masiva de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Son manifestaciones poco frecuentes; pero, si ocurren, cada una es como llegada la ocasión ilusionante de ver en qué consiste la petición de los manifestantes, en este caso, al reclamar que la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana vigente no disminuya su presunción de veracidad, cuando relatan ante el juez la película de algún altercado, casi siempre callejero. Con la intención, claro está, de que su testimonio siga valiendo más, sea más creíble, que la visión contraria de un posible delincuente detenido. Salvo prueba en contrario, como es de suponer.
Es una petición hermosa y un deseo altamente humano, la aspiración a nuestra pequeña verdad personal e intransferible, y sin que nadie la pretenda como un privilegio, sino, más bien, como una función social. Lo mismo que creemos y aceptamos que un cirujano sabe palmo a palmo cómo discurren los ríos de la sangre por el mapa de la piel. En sus manos nos ponemos. Como aceptamos previamente que la madre quiere y hasta idolatra a su hijo recién nacido. Igual que un profesor no despeña los números de las matemáticas, para divertirse, en el trapecio de las pizarras.
  Por su oficio, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no hacen demasiado ruido en sus protestas callejeras. No queman contenedores de basura ni rompen cristales del vecindario. Pero sí dejan muy a las claras que el ser humano apetece alguna verdad que lo alimente. Aunque sea pequeña.