Sergio Serrano dio la cara y Talavante, la espalda

Pedro J. García
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El entregado diestro albacetense corta una oreja de toros de distinta condición, el extremeño pasó de puntillas y Ventura, mejor con el cuarto, pasea un apéndice

Sergio Serrano dio la cara y Talavante, la espalda - Foto: Arturo Pérez

Dicen que la fe mueve montañas y la disposición es fundamental en todos los órdenes de la vida, como se demostró ayer en el coso albacetense. Sergio Serrano tuvo fe, mientras que Alejandro Talavante pasó como un ateo. El albacetense tuvo disposición toda la tarde, mientras que el extremeño estuvo apático y dio la espalda. El resultado no fue otro que el creyente y dispuesto abrió la puerta grande y el ateo y apático se fue de vacío, con dos faenas silenciadas.

Serrano fue todo entrega, desde que recibió a su primero con una larga cambiada hasta la estocada con la que despachó al sexto de la tarde. No era para menos, no sólo por estar ante su parroquia y en su Feria, sino porque es el pilar del abono, como triunfador del anterior, y la responsabilidad se asume así, jugándosela, apostando por el hule o por la puerta grande, pensando en el día a día, sin importar la tarde siguiente. Talavante llegó con el cartel de figura, pero no lo demostró, fue mínima la asunción de responsabilidad en una tarde en la que pasó de puntillas, como una figura más decorativa que del toreo y se fue de vacío. Figura es también, en este caso del rejoneo, Diego Ventura quien, tras no estar regular con su primer enemigo, cuajó una brillante actuación ante su segundo enemigo, en la que hizo honor a su condición, y cortó una oreja, con petición de la segunda.

Ovación inicial. Sergio Serrano, que tuvo que salir a recibir una ovación del respetable antes de que saltase al ruedo el toro, tuvo disposición desde la larga cambiada de recibo, con verónicas ganando pasos al toro y rematando la serie con media y una revolera. El astado, que empujó en el caballo, llegó a la muleta con clase y entrega, ligando Serrano -que brindó el toro al doctor González Masegosa- series cortas, pero intensas con la mano derecha. Por el pitón izquierdo tuvo menos entrega el toro, al que templó el diestro en naturales de más hondura en la segunda serie. Cuando volvió a la mano derecha el burel no tuvo la misma entrega que en las series iniciales y Serrano arrancó los muletazos en la distancia corta, para acabar valiente, metido entre los pitones del toro, cerrando con unas ajustadas bernadinas. La estocada cayó abajo y cortó una oreja, con petición de la segunda que, el palco, con buen criterio, no concedió.

Apuntó buenas maneras de salida el sexto, al que Serrano recibió a portagayola y al que, tras pasar por el caballo, realizó un ajustado quite por chicuelinas, colándose el toro en la revolera de remate. El toro se tragó la primera serie con la derecha, pero en la siguiente se coló, con peligro, al igual que hizo por el pitón izquierdo. Eran los primeros compases de la faena y, ya con una oreja en el esportón, Serrano echó la moneda al aire, en pos de la puerta grande, y cayó cara tras un arrimón ante un manso, sin clase y con peligro, metido entre los pitones, jugándosela hasta que remató con una estocada efectiva que hizo que los pañuelos aflorasen. Otra oreja y salida en hombros.

El primero de Jandilla, que repitió en el capote del extremeño y no se entregó en el caballo, fue tan noble como blando y Talavante no se acopló en ningún momento con el astado, que en los primeros pasajes de la faena echó cara arriba y dobló varias veces. Continuó muy lineal y aliviada la labor del diestro, que tampoco consiguió que subiese de tono con el toreo al natural, también a media altura y sin transmisión, como el resto de una labor que alargó en exceso y que remató con manoletinas. Tras un pinchazo, dejó una estocada.

Por debajo de su oponente estuvo Talavante con el que hizo quinto, con el que no se acopló en ningún momento de su faena, muy aliviado y sin templar las francas embestidas de un toro que tuvo nobleza y entrega en la desconfiada muleta del extremeño, quien al natural todavía estuvo más deslucido. Y con los aceros continuó en la misma línea de desacierto y necesitó cuatro pinchazos y media abajo para matar al toro.

Irregular fue la actuación de Ventura con el que abrió plaza, un toro de Los Espartales noble y con movilidad, al que puso dos rejones de castigo, el primero trasero. En banderillas, templó de costado con Nazarí, con el que colocó dos banderillas arriba, menos afortunado estuvo con Lío, con el que las puso al quiebro, tropezando el toro la montura en la primera. Y con Guadiana lució doma antes de colocar las banderillas cortas al violín. Falló con el rejón de muerte, con un pinchazo antes de dejar un rejón trasero y caído.

Más conjuntada, variada y completa fue la actuación de Ventura ante su segundo, un toro parado y sin entrega, del que en todo momento tuvo que tirar el rejoneador, que dejó desiguales los dos rejones de castigo. Con Velázquez, templó en redondo y de costado antes de dejar las banderillas, mientras que con Nómada, con variadas pasadas en falso, bajó de nivel su actuación. Tomó gran altura con Bronce, un caballo que fue de oro, en redondo, en la distancia corta, plantando cara al toro y espectacular cuando Ventura le quitó la cabezada, lanzando algún bocado al toro. El rejón de muerte que clavó fue de efecto fulminante y cortó una oreja, con petición de la segunda.

FICHA:

Ganadería. Se lidiaron dos toros para rejones de Los Espartales, bien presentados, nobles, y cuatro de Jandilla para lidia a pie, desiguales de presentación, nobles y con poco fondo; el mejor el quinto y el peor el que hizo sexto.

Diego Ventura. Silencio y una oreja con petición de la segunda.

Alejandro Talavante. Negro y oro. Silencio y silencio.

Sergio Serrano. Marino y oro. Una oreja con petición de la segunda y una oreja.

Incidencias. La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde calurosa

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