María de Nazaret, Madre de Dios

MCS
-

La celebración hoy del VIII Centenario del Aparecimiento de la imagen de la Nuestra Señora de Cortes abre el mes de mayo, que es de dedicación especial a la Virgen María

El Santuario de Cortes acoge hoy la celebración del VIII Centenario de la Aparición de la imagen de la Virgen. - Foto: MCS

La celebración hoy del VIII Centenario del Aparecimiento de la imagen de Virgen en Cortes y de la devoción secular a la misma, abre el mes de mayo como un mes de especial dedicación a la Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

Multitud de advocaciones de la Virgen que se celebran en este mes y con particular representación en nuestra Diócesis, aunque la mayoría tenga su día destacado el 8 de septiembre, Natividad de Nuestra Señora. Y muchas poblaciones celebran en este mes el aniversario de la coronación canónica de la imagen, como sucede en Albacete, Almansa, Caudete, Hellín, Villarrobledo... y Alcaraz; precisamente, el 1 de mayo en 1922 se celebró la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de Cortes en el mismo santuario; y otras muchas poblaciones sus fiestas patronales. 

La presencia de María ha sido patente en el pueblo fiel desde los comienzos del cristianismo. En las Catacumbas de Priscila, en Roma, siglo II, encontramos la primera representación en pintura mural, al fresco, de María con el Niño y el profeta Balaán; y de ahí hasta nuestros días la devoción a María se ha representado en el arte, en muchas circunstancias, modelos y estilos. La amplia producción artística mariana a lo largo de la historia muestra el amor y devoción que los cristianos tenemos a María. 

Realmente fue el concilio de Éfeso, en 341, en el que dejó zanjada la cuestión de que si María era madre de Jesús, y Jesús era al mismo tiempo Hijo de Dios, es decir, Dios (de la misma naturaleza que el Padre) lo que se decía de María madre de Jesús como hombre, se podía decir en cuanto era Dios. De ahí que los Santos Padres del concilio no dudaron en proclamar a María Madre de Dios (Theotokos). Y fue el II concilio de Nicea, en el 787, el que, para solucionar el problema generado por el culto a las imágenes, distinguió la veneración de las imágenes por lo que representan de la adoración debida solo a Dios; por lo que a María por su vinculación especial con Cristo y su participación en el plan salvador de Dios se le tributa una veneración mayor (superior) que la de los santos y no adoración. 

Éfeso fue el punto de partida de la devoción a María como Madre Dios tan extendida por todo el mundo y en cada uno de los corazones de los fieles. Cuántas imágenes de María se han colocado en las casas, cuantas medallas han colgado de nuestros cuellos, y cuantos rosarios nos han acompañado en nuestro bolsos y bolsillos. 

(MÁS INFORMACIÓN EN EDICIÓN IMPRESA Y EN LA APP DE LA TRIBUNA DE ALBACETE)