Paco Mora

Paco Mora


La patética de Ramón Tamames

25/03/2023

La comparecencia de Ramón Tamames en el Congreso de los Diputados, oficiando de peón de confianza de Abascal, líder y factótum del muy democrático partido Vox, fue poco menos que la Sinfonía Patética de Beethoven. «¡Quién te conoció ciruelo y ahora te veo en los altares!», exclamo el campesino al contemplar al santo tallado con madera de un ciruelo de su huerto. Algo parecido se podría decir de Tamames, al que uno conoció como militante de lujo del Partido Comunista de Santiago Carrillo, en los azarosos años de la transición del franquismo a la democracia.
Cuando uno a esas edades (a punto de cumplir 90 años) se enzarza en semejante pantomima o está a punto de perder el oremus o tiene peor milk que un murciélago borracho. Y me consta, puesto que lo conocí muy bien en su juventud, que Ramón es un hombre bueno, culto y poco dado al cimborrio ni a la trapisonda. Lo que pasa es que aquello de «los extremos se tocan» es una verdad incontrovertible y Tamames se prestó a hacerle el juego a Abascal, pero la pantomima montada para darle un soplamocos al PP les salió por la culata.
Y no les resultó bien porque al bueno de Tamames se le fundieron los fusibles, y Feijóo, como buen gallego, las vio venir y se hizo el sueco, dejándolos solos con su triquiñuela que resultó más fallida que un petardo en altamar. El resultado fue una película del Charlot de los mejores tiempos. Película en la que Tamames hizo el ridículo más espantoso, Abascal se encontró más perdido que Carracuca, y aquello terminó siendo una cencerrada, en la que el tronco del pagadero fue el más inocente del reparto, léase Ramón Tamames, hijo del famoso cirujano taurino del mismo apellido de la época de Manolete. Y es que hay elementos que en política no sirven ni como objeto conspiratorio…