José Juan Morcillo

José Juan Morcillo


La serie de Curro

06/04/2022

A los presidentes les gustan las cámaras de televisión. Les gustan mucho. Los principios siempre son tímidos y distantes, pero llega un día en que por fin los presis aprenden a unir sus almas con el eléctrico espíritu de metal que hierve en el interior de estos cachivaches cuando se enciende la luz roja de grabación, y ese misticismo mediático se traduce en una intensa compenetración sentimental en el instante en que clavan sus miradas en el objetivo de cristal o fruncen sensualmente los labios y ponen su lado julioiglesiástico al sentirse filmados.
Hay presis a los que les da por vestirse de cuero negro y gafas oscuras, de machote topgun pero en cutre, de payasos perdonavidas que, como un concursante gris al que le ha tocado un finde en la zona guiri de Benidorm, gritan de júbilo cuando aprietan el botón y lanzan un Hwasong-17, que más que un misil intercontinental parece una marca de supositorios. A otros les da por besar a un tigre siberiano dormido, por practicar judo y pegarle un costalazo a un esparrin asustadizo, por cabalgar con el torso desnudo en medio de un campo cubierto de escarcha otoñal, por nadar en taparrabos por las gélidas aguas de un lago -nada que ver con el chapuzón de Fraga en Palomares embutido en un bañador sobaquero- o por inyectarse bótox y rodearse de bellas muchachas para dar una imagen de macho alfa incapaz de burlar el paso del tiempo.
Hay presis también a los que tanto coqueteo televisivo les infla la vanidad y encargan la grabación de una serie de cuatro episodios sobre su día a día en el palacio presidencial en un momento en el que el IPC vuela tan alto como el supositorio ese coreano, en el que se ha retrocedido ocho décadas en precariedad laboral y energética y en el que un cuarto de la población vive en los umbrales de la pobreza severa. Pero Curro grabará la serie al estilo británico para mostrar el lado más humano y personal de tan insigne institución y de tan ilustre anfitrión, para «apreciar más que nunca el hecho de vivir en un país democrático, en el que los ciudadanos tienen garantizadas sus libertades», afirma Curro. Qué guapos saldrán todos.

ARCHIVADO EN: Pobreza, Judo, IPC