Dicen los toreros, por quienes siento un profundo respeto y admiración, que su profesión es la más bonita del mundo, pero discrepo, porque para mí y muchos compañeros es la de periodista, aunque debo reconocer que tiene muchos paralelismos con la profesión taurina.
Es vocacional, porque al igual que el diestro sueña con su faena ideal, nosotros lo hacemos con la mejor información y, como ellos, lidiamos con morlacos (en sentido figurado, que nadie se ofenda) de todos los encastes. Nos toca torear ganaderías comerciales y de las duras, en plazas portátiles y en otras de primera categoría, día tras día, las 24 horas, porque la información no tiene horarios. Uno de esos festejos más duros lo hemos vivido durante los dos últimos años, con la pandemia del coronavirus, y ahí hemos estado, como integrantes de una de las actividades denominadas esenciales, al pie del cañón, informando, con muchos más obstáculos y enemigos que el propio virus, porque aquí sí hay una diferencia con los toreros, ya que en un festejo casi siempre la culpa de los males de lo que sucede en el ruedo es del toro, pero en nuestra profesión casi siempre es del mensajero.
Mañana los periodistas tenemos la corrida de prensa, con la entrega de los premios anuales de periodismo de APAB (Asociación de Periodistas de Albacete). Se visten de luces Teresa Roldán y Rubén Serrallé, ganadores del Sánchez de la Rosa, y Josema Moreno, del 'Ciudad de Albacete' de fotoperiodismo, pero la salida en hombros por la puerta grande, en reconocimiento a sus grandes faenas informativas, la compartiremos todos los periodistas de esta ciudad. Enhorabuena, compañeros.