Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Conocer y prevenir

31/01/2022

Si la detección y el seguimiento de las patologías que se consideraban más comunes se han relegado a un segundo plano, debido a la saturación de la atención primaria, lo que está haciendo saltar las costuras a este servicio esencial, hay otros problemas derivados de la salud que preocupan por su alta mortalidad a los que la sociedad les ha tratado siempre de esconder, por varias cuestiones, desde temas religiosos a vergüenza, o por entender que podrían tener un efecto llamada, pero que son una realidad que hay que sacar a la luz, como es el suicidio. Desde luego los dos años que se han vivido luchando contra el virus van a pasar una buena factura a la población que se podrá respaldar con cifras, llegado el momento. 
Las últimas estadísticas del Observatorio del Suicidio referidas a 2020 revelan un total de 3.941 muertes, un 7,35 por ciento más que en 2019. La conducta autolítica sigue siendo la principal causa externa de muerte en España, triplicando casi a los accidentes de tráfico, multiplicando por 14 los homicidios y por 85 la violencia de género. Y de ella, la incidencia de suicidio en pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria es alta pero apenas se habla de ello y menos de si la atención que reciben es la que necesitan. 
Es patente que, como es lógico, haya campañas nacionales centradas en procurar el descenso de los accidentes de tráfico y tratar de concienciar a la sociedad de la lacra de la violencia machista, que incluso ponen en duda algunas formaciones políticas, tratando también de proteger a las víctimas, pero nada contemplan las administraciones para establecer criterios de prevención de este problema, que ha crecido recientemente derivado de la fatiga pandémica y todas sus consecuencias. 
Desde luego es de sentido común pensar que para prevenir hay que conocer y, sobre este aspecto, la labor de los medios de comunicación es esencial, pero antes la coordinación de todas las instituciones, muchas que solo aportan trabas disfrazadas de silencio, junto con sectores como la educación, los servicios sociales y las asociaciones de pacientes y familiares. Dentro de la estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con la Unesco, han elaborado una serie de materiales y guías para reforzar las acciones de los países en materia de prevención del suicidio; un asunto que es necesario impulsar notablemente para reducir un tercio la tasa mundial para el año 2030. 
En todo el mundo, tan sólo 38 países cuentan con una estrategia nacional de prevención del suicidio, según la OMS que apuesta por cuatro líneas de trabajo, entre las que se encuentra promover la difusión responsable de los casos de suicidio en los medios de comunicación, implantar programas de promoción de competencias socioemocionales para la vida en jóvenes - uno de los grupos más vulnerables son los jóvenes de 15 a 29 años- y detectar los casos en riesgo de manera temprana. Esconder los casos puede dar la impresión de que el problema no existe, pero se engaña quien lo hace.