Falleció en la capital el doctor en Filosofía Domingo Henares

Antonio Díaz
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Fue uno de los fundadores del Instituto de Estudios Albacetenses y columnista semanal de 'La Tribuna'

Domingo Henares en su despacho con el título que publicó en 2013, ‘Mis encuentros con Julián Marías’. - Foto: Rubén Serrallé

Albacete despidió ayer a Domingo Henares Martínez, profesor tutor del Centro Asociado de la UNED en Albacete, catedrático numerario de Bachillerato y doctor en Filosofía, que fue miembro fundador y de número del Instituto de Estudios Albacetenses.

Domingo Henares, que falleció a los 84 años, nació en Puente de Génave, Jaén, y se trasladó con 13 años a Albacete, en 1950, donde desarrolló su carrera profesional y literaria, sin olvidar nunca los vínculos con la tierra que le vio nacer.

El escritor, fue columnista y colaborador semanal en las páginas de opinión del diario La Tribuna de Albacete, siempre fiel a la cita con los lectores del diario todos los domingos; columna que siguió escribiendo hasta el último momento.

Ejerció durante muchos años su labor docente como profesor y catedrático de Filosofía en el instituto Tomás Navarro Tomás de la capital, también en el Bachiller Sabuco, y hasta su jubilación en actual IES Bernardino del Campo de Albacete, donde terminó esa labor docente en el año 2002.

Su inquietud literaria le llevó a la publicación de numerosos títulos de distintas disciplinas, como narrativa, Si Don Quijote volviera; Los días, selección de artículos publicados en La Voz de Albacete, en  1973 o El Bachiller Sabuco en la Filosofía médica del Renacimiento español, en 1976. 

Fue un gran conocedor de la realidad de la provincia y en 1983 publicó  el ensayo Historia de la Aviación en Albacete. En 2013 salió Mis encuentros con Julián Marías y en  2016, Jesús Mateo: el color de las miradas. Cultivó la novela en Soledad de entonces.

Además de su relevancia como pensador y escritor, muy querido por generaciones de discípulos por su talante y calidad humana, son muchas las colaboraciones en libros de amigos. Fue un gran conversador, que siempre tenía el gesto y la palabra adecuada.