En el Corazón de la Meseta

A.M.
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Montalvos es tierra de vid, melonar y olivares, de romerías y luminarias, pero, sobre todo, es el pueblo natal del Premio Planeta, Rodrigo Rubio

Purificación García y Purificación Escribano son naturales de Montalvos. - Foto: R.S.

En el año 1931 nació en una de sus calles su vecino predilecto: el escritor Rodrigo Rubio, Premio Planeta en 1965 por Equipaje de amor para la tierra. La plaza principal que antiguamente albergaba una posada recuerda hoy a este ilustre montalveño, en cuya prolija obra dejó negro sobre blanco muchas costumbres, ritos y formas de vivir de su localidad natal.

Montalvos se encuentra en plena llanura manchega. Rodeada de olivos y vides, el municipio presenta una de las estampas más bellas de la meseta albacetense y ofrece un cielo con un amalgama de colores casi único en este país.

La torre de la iglesia de la Purísima Concepción se observa desde la autovía A-31. Desde Albacete, el desvío se encuentra entre La Gineta y La Roda, una secundaria que nos introduce directamente hasta la mismísima Casa Consistorial, junto a la cual se encuentra la piscina y lo que popularmente se conoce como el patio de las escuelas, donde se distribuye un salón de usos múltiples y otro juvenil y una barbacoa colectiva para el disfrute de los vecinos.

A 1 de enero de 2019, el padrón de Montalvos contabilizaba 97 habitantes, de los cuales alrededor de 25 viven de forma permanente en la población, número que ahora se ha duplicado por los montalveños que han decidido vivir en el pueblo mientras dure la pandemia. La localidad también sufrió la embestida de Filomena, aunque sus calzadas están limpias y los accesos a viviendas y centros públicos, despejados. La fotografía que ofrece con la llanura completamente blanca es espectacular, igual de mágico que el silencio y la tranquilidad que reina en sus calles y plazas.

Purificación García, concejala de Montalvos, y Purificación Escribano, vecina «de toda la vida», destacan la calidad de vida que ofrece el pueblo, donde no hay prisas, ni tráfico ni ruido, todos los habitantes se conocen y las restricciones del Covid son mucho más llevaderas.

Hasta los años 60, Montalvos contó con unas escuelas en la que llegaron a recibir clase unos 60 niños y niñas. En la actualidad, los pocos escolares que juegan en sus calles acuden a los colegios de La Gineta y a los institutos de Albacete capital, una cercanía que Purificación García cree que no beneficia a Montalvos: «La gente que trabaja aquí o tiene casa familiar vive en Albacete o en La Roda».

No les gusta el funcionamiento del centro médico, que presta atención los lunes y viernes, «solo por la mañana o a mediodía; si tienes suerte y estás atenta, te atienden», un problema que afecta especialmente al suministro de recetas. «El botiquín lo abren los lunes y miércoles, pero si da la casualidad de que el médico no te ha podido ver, poco puedes hacer».

Con el transporte interurbano ocurre lo mismo. En Montalvos no existe un servicio continuo, hay que avisar el día de antes para que el autobús pare cuando sale de Fuensanta y cuando regresa. También para realizar la cesta de la compra, ya que en Montalvos no hay tiendas ni panaderías, apenas venta ambulante de fruta, quesos y embutidos. Nada que ver con aquella población de los años 70 con 500 habitantes, dos hornos de pan, tiendas de alimentación, carnicerías, fraguas... Entonces, «la gente empezó a emigrar a Elche a trabajar en el calzado», explican estas dos vecinas.

Estas montalveñas están convencidas de que los servicios públicos no se prestan en municipios de la España vaciada porque «dicen que no vive mucha gente y no salen rentables», si bien servicios públicos son y, como tales, no deberían generar ciudadanos de primera y de segunda. Como ejemplo de rabiosa actualidad, «estábamos con la nieve hasta arriba y las palas que se encontraban en La Gineta para limpiar la A-31 no pasaron al acceso al pueblo porque esa carretera no era de su gestión».

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