Operación salida o retorno vacacional significa atasco seguro en la autovía A-31 a su paso por Albacete. Es una fórmula que se repite una y otra vez, antes y después de la pandemia, pero que nadie consiguió resolver en décadas. La solución no es otra que la construcción de un tercer carril desde Chinchilla hasta La Roda. Este proyecto figura repetitivamente en los programas electorales de los distintos partidos políticos cuando se acercan las elecciones, pero después esa promesa lleva aparejada excusas para no acometer la obra y que vuelvan los atascos kilométricos en los días clave. Muchos conductores, que ya se lo saben tienen que dar un rodeo por Barrax o utilizan las vías de servicio -cada vez en peor estado de conservación- para evitar la ratonera en la que se convirtió esta autovía.
Desde luego que esta obra es menos prioritaria que la construcción de la A-32 entre la capital y Linares, pero también es importante. Estas dos infraestructuras ponen sobre la mesa el papel que tiene una provincia de interior como Albacete en el juego político nacional. No somos una provincia estratégica y, por tanto, nuestras infraestructuras no se ponen en un primer nivel de exigencia, mientras otras, más secundarias y en otros territorios -algunos calificados de históricos-, son llevadas a cabo sin ninguna demora.
Es hora de que desde las distintas administraciones públicas se haga más caso a Albacete y se acometan los proyectos que son vitales para el futuro de una tierra que tiene que ser un punto estratégico en el sureste español, pero que, de seguir la tendencia actual, pasará a ser intrascendente en las próximas décadas.