Nerpio, la patria de los nogales

A.M.
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Nerpio disfruta de un entorno natural único y de unas pinturas rupestres excepcionales con las que sacarle partido al turismo activo y de naturaleza

Vicente Gómez y Emilia García. - Foto: R.S.

Lo publicó Miguel Rodríguez Llopis en 1995 en la revista de Cultural Albacete: la historia de Nerpio es «la lucha tenaz de una comunidad por conseguir la independencia». Solo visitando esta localidad, se entienden estas palabras. Nerpio se encuentra a dos horas y cuarto de Albacete capital, a hora y media de Hellín y a una hora de Socovos. Quizá esta distancia, quizá la sensación de aislamiento, los ha hecho más fuertes, más defensores de lo suyo, de lo original y del esfuerzo que le ha supuesto a cada nerpiana y nerpiano evitar la muerte de su pueblo.

Ser de Nerpio es un sentimiento y eso se olfatea en el ambiente, en sus calles y entre sus gentes. Emilia García es nerpiana de nacimiento y la actual responsable de la Oficina de Turismo. Junto a ella se encuentra Vicente Gómez, un agricultor de 79 años que nació en la pedanía de La Dehesa de Nerpio. Ha cosechado el producto más típico de la localidad:su exquisita nuez, así como algo de hortalizas y maíz, aunque todo esta siembra «rinde poco», dice, porque si por algo se caracteriza Nerpio es por su ambiente frío, de ahí que sea la patria de los nogales. 

La plaza del pueblo es punto de reunión de la población nerpiana, un espacio que reúne la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, un templo construido en 1602 que cuenta en su exterior con un llamativo y fotogénico arco que lo une con la vivienda de los sacerdotes, así como con un campanario y un reloj de maquinaria antigua. En una de sus restauraciones se descubrieron una colección de frescos en su capilla izquierda que se cree que pueden ocupar también el techo.

A su vera se encuentra la Casa Consistorial, con los servicios competenciales propios de un ayuntamiento y, enfrente, una amplia casa de la cultura, orgullo de la localidad, que alberga en su interior las aulas de la Universidad Popular, la Biblioteca, una oficina de Correos y otra para los agentes forestales, además de la oficina de turismo.

«La calidad de vida en Nerpio es excelente», afirma Vicente Gómez, que recuerda la bonanza de los años 60, cuando Nerpio contaba con casi 6.000 vecinos. «Con el Icona había mucho trabajo, pero la gente empezó a emigrar para trabajar en Murcia o en los hoteles de Mallorca y ahora apenas superamos los 1.000», añade.

Pero lejos de esconderse y acobardarse y dentro también de sus posibilidades, a pesar de su lejanía, Nerpio ha sabido sacar pecho y poner en valor toda su excelencia para sacarle provecho. Para empezar, Nerpio es la cuna de la cabra celtibérica y del cordero segureño. Para continuar, lidera la producción de nuez, una seña de identidad propia. Y para finalizar, es uno de los principales destinos del turismo de interior en la provincia de Albacete, no en vano, cuenta con más de 40 casas rurales, hostales, camping, cortijos y promociona un sinfín de rutas, entre ellas, por sus nogales centenarios o la del Zarzalar, muy popular y demandada por los turistas, debido a sus numerosos puentes, pasarelas, tirolinas y vías ferratas, que convierten este camino en una divertida aventura para toda la familia.

Y por si fuera poco, Nerpio cuenta con un paraje privilegiado y protegido al que solo se puede acceder con visita guiada reservada: sus pinturas rupestres declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1998, que, además, están consideradas uno de los conjuntos de arte rupestre levantino más representativo y de mayor trascendencia.

La suma sigue: Nerpio es la base de la reserva natural de la Sierra de las Cabras, un espacio protegido mirador de la provincia de Albacete, pues es el punto más alto de la misma, con 2.105 metros, por lo que no es de extrañar que sea una zona apropiada para montañeros.

Con todos estos ingredientes, la localidad goza de visitantes a lo largo de todo el año y aunque son más numerosos en verano, «hay mucha demanda los fines de semana de todo el año, gracias a que somos un pueblo con mucha sierra y agua que atrae a un turismo de naturaleza, personas interesadas en conocer nuestros nogales, las carrascas, los frutales, la Sierra de las Cabras...», explica Emilia García.

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