Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


La realidad

10/01/2023

Una vez apagadas las luces destellantes, acallados los villancicos al son de reguetón y superada la resaca de burbujas y espumillón, llega el momento de volver a la rutina. Tras las Navidades más celebradas, gastosas y largas de nuestra historia más cercana, nos enfrentamos a la realidad en su estado más puro y duro. Y así nos damos de bruces con un diario en el que, a pesar de que la salvaje y desbocada inflación tiende a la baja, hay muchos españoles que las siguen pasando canutas para alimentar a sus familias y alumbrar o calentar sus hogares. Las bajadas de IVA de los productos más sensibles, impulsadas hace unos días por el Gobierno, supone un breve alivio para nuestros bolsillos. Como el tope ibérico al precio del gas. Son medidas positivas y bien intencionadas; pero, a todas luces, insuficientes. En datos macroeconómicos las cifras lucen de otra manera, mientras que el monedero sigue sufriendo como nunca. Y llegados a este punto, en apenas cinco meses, las urnas locales y autonómicas se abrirán de nuevo para escuchar la voz del pueblo. Y salvo gran sorpresa, parece que la situación económica nacional no estará mucho mejor. Es más, muchos firmaríamos que no empeore. En esta tesitura es cuando, por ejemplo, los dirigentes municipales poco o nada pueden hacer para aliviar las castigadas cuentas domésticas de sus conciudadanos. Solo bajar algunas tasas, como el IBI o la que afecta al pago del agua y la recogida de basuras, podría desahogar, y por ello contentar, a sus votantes. Ante tal coyuntura las presiones de los barones regionales y los alcaldables socialistas serán permanentes, intensas y continúas para que Sánchez active toda la batería de medidas sociales y progresistas que, de alguna forma, animen a sus acólitos a seguir confiándoles sus apoyos. Pero, entendiendo que, muy posiblemente, para finales de este mismo año será el propio presidente del Gobierno el que se la juegue en los comicios, posiblemente prefiera guardar la mejor traca para el final. ¿Apostamos a que sí?