Se sienten autóctonos. Ni manchegos ni murcianos. Con un carácter único influenciado por ser cruce de caminos y nudo de conexión entre el centro y el Levante. Una idiosincrasia fronteriza que entienden como seña de identidad y que tiene en la artesanía del tambor su principal manifestación cultural y tradicional. «Nuestra Semana Santa en general, y específicamente la tamborada, es un hecho diferencial», significa José Antonio Iniesta, investigador y escritor, que sostiene que la tamborada de Hellín es «la más grande del mundo» por el número de tamborileros que participan. «En Hellín todo gravita entorno a la Semana Santa», enfatiza.
Después de la capital, Hellín es la localidad con más vecinos de la provincia de Albacete, 30.427 a 1 de enero de 2021, una cifra esperanzadora contra la despoblación, pues después de varios años perdiendo padrón, el municipio logró recuperar cifras de 2015.
María Callejas es una de las hellineras más conocidas en la población. Encargada de un negocio familiar muy popular en la localidad, Confitería Callejas, dice que su vida, en primer lugar, es su familia... y en segundo, «Hellín». Lo tiene claro. Bastante claro, porque María es de esas hellineras de pura cepa que todavía sigue viviendo en el mismo barrio en el que nació: San Roque.
La zona urbana más prestigiosa para cualquier hellinero que se precie es el Raval, el centro neurálgico, donde transcurre la vida y pasa el tiempo, un espacio sagrado, el corazón de las tamboradas, que abre paso a un espectacular casco antiguo, que hunde sus raíces en plena época islámica, conservando hoy por hoy parte de su primitivo trazado en torno al Castillo.
Un itinerario repleto de callejuelas, recovecos y rincones por descubrir, con un tramo de escaleras que conduce hacia la ermita de San Rafael o San Rafaelico, como lo nombran popularmente, uno de los patrones de Hellín junto a Nuestra Señora del Rosario, que también goza de un Santuario propio con portada modernista y un camarín también rococó.
Se trata de una entrañable ermita, la de San Rafael, que cuenta, además, con una campana de 1944 conocida por los hellineros como Rafaela. «Hellín fue construida sobre siete colinas, una de ellas fue esta», relata José Antonio, del que se desprende verdadera devoción por el patrón. «La ermita es una pequeña joya, un lugar muy querido por la gente del barrio», indica este historiador hellinero e impulsor de la Peña El Tambor, una de las más antiguas de la localidad.
Es una afirmación que corrobora María y también Marián Martínez, actual técnica de Turismo de Hellín, que destaca el «carácter hellinero» como una singularidad, algo que se demuestra también en la indumentaria tradicional, característica solo de esta población. «Ni es regional, ni es provincial ni es serrana; es exclusivo de Hellín», presume.
Varias son las fuentes de riqueza con las que cuenta esta ciudad: desde los típicos caramelos de La Elisa y La Pájara, ambas fábricas de tradición centenaria, pasando por Candy Spain, empresa líder en la fabricación de golosinas; la producción de hortofrutícolas y arroz, cultivo este último que aporta el 50% de la producción con denominación de origen Calasparra. Para Marián Martínez, también cobra mucha importancia el sector Servicios, mientras que la administración pública tiene una presencia importante, al igual que ocurre con el Hospital General y los cuatro institutos con los que cuenta el casco urbano. Sin olvidar, apuntan estos tres residentes, la actividad del polígono industrial «y otro que está en ciernes, La Fuente», añade José Antonio, así como la antigua Yutera, de manufactura de esparto y fibras naturales y el repunte que está experimentado el sector del textil y la loza hellinera, cerámica que antiguamente, tal y como recuerda María, fue muy relevante.
Más información en la edición impresa y en la APP de La Tribuna de Albacete (https://latribunadealbacete.promecal.es)