El sector quiere unas reglas del juego justas

SPC
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La presidencia de Francia en la UE este semestre parece un momento propicio para conseguir la reciprocidad, pero habrá que esperar a un informe que se publicará en junio

El sector quiere unas reglas del juego justas

La igualdad de condiciones con terceros países es una de las demandas más importantes del sector agroalimentario español y europeo. Agricultores y ganaderos están cansados de exigir que solo se importen productos de fuera de la Unión Europea si están producidos bajo los mismos estándares de calidad, seguridad alimentaria, bienestar animal y cuidado medioambiental que los que se obtienen dentro de las fronteras de la UE, aunque de momento no han tenido éxito.

Los profesionales del campo denuncian que las fronteras son coladeros de productos como carne, cítricos, arroz o tomates criados o cultivados en condiciones de competencia desleal. Y es que hay ejemplos que deberían hacer sonrojar a las autoridades europeas por la flagrante desigualdad que se da sin haber ningún motivo aparente.

La interprofesional española del limón y el pomelo (AILIMPO) ha citado el «desequilibrio arancelario con Turquía», que hace inviable exportar allí mientras que sus envíos a la Unión Europea (116.041 toneladas en la campaña 2020/21) crecen sin límites. «Mientras que una partida de este país entra con arancel cero a la UE, el limón y el pomelo europeos han de pagar un 54,6%» para entrar en el país otomano, han precisado.

A esto suman que los estados miembros han detectado en frontera 23 alertas sanitarias de limones con presencia de pesticidas prohibidos (clorpirifos y metil clorpirifos) solo en la presente campaña. AILIMPO ha añadido que en frontera solo se testa los límites máximos de residuos (LMR) y de plaguicidas prohibidos en el 20% de las partidas de limón y del 10% de las de pomelo, pero se ignora al resto, lo que podría suponer un riesgo para a salud del consumidor comunitario y para la de los cultivos de la Unión.

Con el arroz la realidad también sorprende. El vicepresidente del grupo de arroz del comité que agrupa a las organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias Copa-Cogeca, Miguel Minguet (ASAJA), ha criticado que «la competencia con el arroz camboyano y birmano es absolutamente desleal, ya que la UE ha dado a ambos países unas ventajas comerciales a cambio de que se democraticen y mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos, algo que no se está produciendo, todo lo contrario». Y lo de la naranja «es de libro», ha añadido, aludiendo a que las que Sudáfrica exporta a Estados Unidos las envía con protocolo de frío, como España, pero no se le exige cuando envía partidas a la UE, lo que conlleva un gran peligro de entrada de plagas que los agricultores levantinos ya están sufriendo.

En el caso del tomate, la importación desde Marruecos se ha elevado desde la firma del acuerdo de asociación con la UE en 2011, que prevé en su articulado medidas de salvaguardia si ocasiona un perjuicio grave al sector productivo europeo, aunque la Comisión Europea no ha activado por ahora ninguna de esas medidas. Sin embargo, los productores han denunciado «un claro retroceso» de la venta de tomate español a otros países comunitarios debido a la creciente competencia marroquí, que también se ha traducido en la pérdida de hectáreas en zonas como Almería.

En el sector cárnico, a pesar de lo que diga el ministro de Consumo, los requisitos en los países desde los que se importa son mucho menos estrictos que los comunitarios y los productores exigen reciprocidad. Especial énfasis hace el sector en los acuerdos de libre comercio que cierra la Unión con otras partes del mundo porque no quieren que se use la carne como «moneda de cambio». El acuerdo de la UE con Mercosur, pendiente de ratificación, es crucial para el comercio de carnes como la de vacuno. Los productores españoles explican que, por ejemplo, el espacio recomendado -no obligatorio- para el transporte animal brasileño es entre un 5 y un 15% inferior al exigido en la UE o que la normativa de Brasil no obliga a descargar a los animales durante los viajes largos.

 

Oportunidad.

Sin embargo, parece que Francia, que asume la presidencia de turno de la UE, se ha hecho eco de esas inquietudes y durante este semestre pretende impulsar iniciativas para elevar esa pretendida reciprocidad sanitaria y ambiental a través de las llamadas cláusulas espejo, que servirían para condicionar las compras en el exterior al cumplimiento de los requisitos internos comunitarios. De hecho, esta política de reciprocidad es una de las prioridades de la presidencia francesa. El ministro francés, Julien Denormandie, ha afirmado que «ninguno de los ciudadanos europeos puede entender que importemos productos no hechos con las mismas reglas de producción» que las que rigen en los Veintisiete.

El ministro de Agricultura, Luis Planas, está trabajando en la misma línea y ha defendido también que todas las importaciones agrícolas y ganaderas que entren en la UE cumplan los mismos estándares de calidad y seguridad que deben seguir los trabajadores de nuestro sector primario. «Si un producto se introduce en la Unión Europea, se importa, debe serlo en las mismas condiciones que aquello que hemos impuesto en la producción a nuestros agricultores y ganaderos», declaró Planas a su llegada a la reunión de ministros de Agricultura de la UE celebrada este lunes en Bruselas, cita en la que defendió esta posición.

La Comisión Europea está preparando un informe sobre la viabilidad legal de exigir los estándares sanitarios y medioambientales de la UE, incluidos los de bienestar animal y los relativos a los procesos y métodos de producción, a las importaciones procedentes de terceros países y se espera publicar el documento en junio. El objetivo es garantizar que se respetan las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que son el principal escollo, al exigir el respeto a esos estándares.

«Los productos alimenticios europeos son los mejores del mundo y eso es una baza muy importante», aseguró el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, durante la rueda de prensa posterior al encuentro de los responsables de Agricultura. Y añadió que los altos estándares comunitarios son «una ventaja», y llamó a «convencer» a los socios comerciales de la UE de que «merece la pena apostarlo todo por la calidad de la comida».