La adrenalina del spray

Ana Martínez
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'Tresky' reproduce la antigua fachada del cine Capitol en el garaje del edificio y prepara un boceto de Pepe Isbert para la puerta de emergencia

José María Muñoz. - Foto: José Miguel Esparcia

Donde menos se piensa, salta la liebre. Sin perseguirlo ni pretenderlo, José María Muñoz se ha convertido en el grafitero del momento, gracias a la obra que ha dejado estampada en la puerta del garaje del edificio del cine Capitol, en la calle del Rosario, una pintura urbana que no deja indiferente a cuantos caminan por esta vía.

El grafiti de un porche en el cerramiento de una autoescuela en la calle Tejares le ha abierto las puertas de un mercado complicado que navega entre el vandalismo y el arte. «Hay que ir cambiando la percepción que tiene la gente sobre el grafiti, algo que también está en mano de los ayuntamientos, que deberían dejar espacios en blanco para pintar», aconseja un José María Muñoz que empezó a manejar los aerosoles en plena pubertad, acompañado por su hermano mayor más experto en este arte.

La adrenalina que le produjo la primera vez que apretó la boquilla del spray no la va a olvidar nunca. Esa sensación, junto con su pasión por el dibujo a lápiz, le despertó un gran interés por este arte urbano que, en casi todos los casos, comienza en la ilegalidad: «Mi hermano y sus amigos firmaban por mi barrio y a mí me gustaba mucho ver cómo aparecían firmas nuevas que, seguramente, eran invisibles para la mayoría de vecinos, pero a mí se me iban los ojos».

Quiso acompañar a su hermano en una de estas quedadas para pintar en una nave abandonada de Quintanar de la Orden, de donde procede este estudiante de Ingeniería Mecánica: «Tengo un gran recuerdo de ese día; a partir de ahí empecé a irme con mis amigos, comprábamos sprays pinty de los chinos que valían un euro y nos recorrimos obras, casas abandonadas, muros del extrarradio para pintar y pintar».

 

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