Sigue la luna de miel

Agencias-SPC
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Petro cumple 100 días en el Ejecutivo con una relativa calma gracias a sus buenas relaciones con la oposición que le han permitido sacar adelante su controvertida reforma tributaria

El mandatario consiguió el triunfo en las elecciones del pasado mes de mayo. - Foto: Reuters

Desde luego, no ha sido amor a primera vista. No en vano, Gustavo Petro trató dos veces, sin éxito, de conquistar el Gobierno de Colombia. Lo consiguió a la tercera, el pasado mes de mayo, con más de 11 millones de votos y el 50,44 por ciento de los respaldos, convirtiéndose en el candidato presidencial que mayor número de apoyos ha obtenido en la Historia del país. 

Acaba de cumplir 100 días en el cargo, un tiempo en el que ha logrado la gobernabilidad necesaria para sacar adelante asuntos cruciales como la reforma tributaria, restablecer las relaciones con Venezuela y avanzar en su proyecto de «paz total»; y, aunque todavía no ha podido hacer que su Ejecutivo funcione como equipo, puede presumir de haber vivido su luna de miel con el poder prácticamente sin oposición, ya que ha conseguido atraer para su agenda legislativa a casi todos los partidos que no le apoyaron en las elecciones, incluidos los tradicionales liberal y conservador, conformando así una sólida mayoría en el Congreso. 

La tarea, que no parecía fácil para el primer presidente de izquierda de Colombia, ha resultado en una coalición multicolor constituida bajo el paraguas del cambio prometido por Petro y cuyo primer gran triunfo fue la aprobación legislativa del controvertido proyecto de reforma tributaria para recaudar 20 billones de pesos (unos 4.000 millones de euros) para «la igualdad y la justicia social».

Para la analista política Sandra Borda, profesora e investigadora de la Universidad de los Andes, en los primeros 100 días de Petro en la Presidencia «hay dos aciertos»: la reforma tributaria y la reconstrucción de las relaciones con Venezuela. «Creo que el más importante de todos es haber logrado sacar la reforma tributaria tan rápidamente en el Congreso. Creo que eso hacía parte de los objetivos que se habían trazado en el Gobierno y es clave para tener los recursos suficientes para empezar a implementar las reformas sociales en las que están pensando», apunta Borda.

En cuanto al restablecimiento de las relaciones con Venezuela, rotas desde febrero de 2019, era esperada después de más de tres años de un infructuoso choque verbal entre los Gobiernos de Nicolás Maduro y el antecesor de Petro, Iván Duque. Ese paso, junto con la reapertura a los vehículos de la frontera común, cerrada desde agosto de 2015 por orden de Maduro, se dio en septiembre, y aunque faltan muchos asuntos por resolver entre ambos países, da un giro a la política exterior colombiana que puede jugar un papel clave en la búsqueda de una salida a la crisis venezolana.

«En las relaciones con Caracas se acertó en haber iniciado rápidamente la reconstrucción de los vínculos nacionales; el haber hecho la visita (de Petro a Caracas) y sobre todo el haber puesto sobre la mesa cuáles son los principios que llevan a Colombia a iniciar ese proceso de negociación con el régimen venezolano insistiendo mucho en la importancia de la democracia del Estado de derecho», expresa Borda.

La «paz total»

Petro tiene claro que, más allá de afinidades ideológicas, Colombia necesita una relación normal con su vecino para su proyecto de «paz total» que tiene como punto de partida la reanudación de negociaciones con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para las cuales el apoyo del país caribeño puede ser tan decisivo como lo fue en las conversaciones con las FARC.

El presidente colombiano pidió a Maduro que sea «garante» de esos diálogos, y para eso se necesita una relación fluida, pues del éxito con el ELN dependerá que pueda extender la «paz total» a otros grupos armados ilegales como las disidencias de las FARC y bandas criminales.

También en el ámbito internacional, Petro ha buscado en sus primeros 100 días un liderazgo latinoamericano en materia ambiental para enfrentar la crisis climática mundial, lo que en su opinión obliga al país a «mitigar, es decir, dejar de emitir CO2, para lo cual hay que separarse en corto tiempo del petróleo y el carbón».

La posibilidad de que Colombia ponga fecha de caducidad a la exploración y explotación de crudo, que es el mayor generador de divisas para el país, causa controversia por el impacto negativo que una medida de ese calibre tendría en las cuentas externas. En ese contexto, y con las dificultades económicas que se asoman en el horizonte, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha tenido que salir a calmar a los mercados financieros espantados por declaraciones de otros miembros del Gabinete, como su colega de Minas, Irene Vélez, y el propio Petro, sobre el posible fin de los combustibles fósiles en el país.

Algo similar ocurre con la responsable de Salud, Carolina Corcho, y su plan de reformar el sistema sanitario que, si bien tiene fallos, está muy lejos de ser «uno de los peores del mundo» como lo catalogó recientemente el presidente. «La forma en que están gastando capital político tan rápidamente, exponiendo al ojo público las discusiones que tienen al interior del Gobierno los va a desgastar tremendamente; es un Gobierno que tiene muchas y muy grandes ideas pero que tiene casi un desprecio o una despreocupación por la forma en la que esas grandes ideas se convierten en política pública», opina Borda. Ese será el punto en el que Petro deberá mejorar tras unos primeros días de casi completa calma.