Al circuito de Albacete se le han dado muchas vueltas desde que se puso en marcha como el gran proyecto que podría ser y al que desde sus orígenes no le dejaron crecer. Nació en un momento idóneo en esos tiempos de un motociclismo español en alza, con una afición inmensa volcada -que se demostraba cada año con las carreras de Feria en el polígono Campollano- y cuando la única carencia que padecía el deporte del motor en España era precisamente la ausencia de recintos adecuados para su práctica con dos caducas instalaciones: Madrid, el Jarama, y Calafat en Cataluña. Poco antes de Albacete llegó el circuito de Jerez y apenas tres años después, principio de los 90, arrancó La Torrecica. Llegaba como agua de mayo para los deportes motorizados y el éxito de las primeras competiciones situaron rápidamente a Albacete en un pedestal deportivo del que no nos ha bajado nadie... nos hemos empujado nosotros mismos para caernos del podio.
Fue iniciarse las primeras obras y comenzar una larga trayectoria de polémicas y zancadillas, el entonces alcalde José Jerez lo recordará muy bien, que ni siquiera los primeros éxitos deportivos lograron acallar. La política se metió por medio en el litigio y ya saben hasta donde ha llegado el cauce de la situación: a desembocar en la Justicia y a conseguir el triste logro de que llevemos ya varios años hablando más del circuito en las páginas de información judicial que en las de la información deportiva. Ahora la Justicia da otra vuelta al circuito y la Fiscalía no ve indicios de delito en las denuncias que se cursaron allá por el 2013. No es desde luego la vuelta más rápida y queda muy lejos de la pole.