Usted viene de una dinastía de cantaores. ¿El arte flamenco se hereda?

El cante lo hereda el que nace con él. En mi caso tiene sentido, viene de familia, pero no tiene por qué ser así. 

Para cantar, tienes que nacer con ello, tienes que llevarlo dentro, puede que sea hereditario, o no, cualquiera puede ser cantaor, pero tiene que venir de fábrica.

En su caso, esos cantes de Cádiz, venían de fábrica.

En este caso, tengo la gran suerte de tener a mi padre. Quien sabe del arte, del cante, sabe que mi padre es uno de los mejores exponentes que ha tenido la provincia. De los cantes de Cádiz, para mí es el mejor exponente que hay, que ha habido y habrá. Ahora yo voy poco a poco, mi padre es la fuente donde bebo, es el espejo en el que me miro y los cantes de Cádiz los defiendo  de verdad. 

Viene de ganar un prestigioso galardón, el premio Nuevo Compás del Cante. 

Tuve la gran suerte de que hace dos años me escogieron como finalista y el año pasado me dieron la noticia de que me daban el premio Nuevo Compás del Cante, junto a Manuela Carrasco. Para mí es un privilegio, un orgullo, eso me sirve para seguir aprendiendo con más ganas, de mis mayores, de mis maestros. Agradezco  al jurado  enormemente ese gran premio que me otorgaron y, por supuesto al público, porque sin ellos no sería nadie.  

¿Cualquier público puede acercarse al flamenco?

Hay públicos, buenos aficionados desde siempre, fieles, pero también otros espectadores se están acercando al flamenco, empiezan. Hay quien sabe los estilos que uno está haciendo cantando y lo siente y otros sólo se preocupan por sentir lo que transmite este arte. Lo importante es que hay muy buena afición  y el flamenco sigue, porque también hay muchos compañeros, cantaores, cantaoras, bailaores, bailaoras, guitarristas, muy buenos. 

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