Altozano, la plaza que todo lo ve

Ana Martínez
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Lo que fuera el arrabal de Albacete hasta el siglo XVI se convirtió, a partir del XIX, en el centro neurálgico de los negocios, la justicia, la política y, sobre todo, la vida social, reivindicativa y cultural de los albacetenses

Imagen de la Plaza del Altozano actual con el Museo Municipal al fondo. - Foto: Rubén Serrallé

"No eres de Albacete si…" Con esta frase, muchos albaceteños han identificado su origen y han rescatado de la memoria y de los baúles aquellos juegos, dejes, actividades y costumbres propias y exclusivas de esta capital. «No eres de Albacete si no te has deshollejao las rodillas en la Bicha de Balazote». Porque raro es aquel oriundo de esta ciudad que no se haya subido, antes o después, en la reproducción de esta escultura íbera que preside la Plaza del Altozano, objeto hoy de una exposición en el Museo Municipal -antiguo ayuntamiento- que nos remonta a sus orígenes y hace un recorrido por las transformaciones que ha sufrido, incluso de nombre, a lo largo de los siglos.

La Plaza del Altozano es, sin duda, el centro neurálgico de esta ciudad. La cruzan aproximadamente 450 personas a la hora y una media de 13.000 vehículos al día, aproximadamente, la mayoría de los cuales proceden del Paseo de la Cuba y Avenida de la Estación. Desde hace décadas es escenario natural y urbano de concentraciones y manifestaciones reivindicativas, de actos lúdicos y culturales, de celebración de días mundiales e internacionales, de encuentros de Semana Santa, de conciertos en directo, de lecturas de manifiestos, de lugar de esparcimiento y de punto de quedadas y cafés. De ferias de libros y medievales, mercadillos navideños, lugar de paso de cabalgatas y procesiones, de pregón de Feria, de cines, de turismo, de jueces, banqueros y políticos.

En una mañana cualquiera -solo puede cambiar si llueve o hace mucho frío- es difícil encontrar un banco público libre. Lugar de reunión de grupos de jubilados para comentar la actualidad, de personas mayores con movilidad reducida que se cobijan bajo la sombra de sus árboles o de papás y mamás recién estrenados que pasean a sus bebés rondando la apacible fuente de la plaza, ahora en silencio y sin agua, presuntamente a la espera de una nueva limpieza.

El Altozano está hoy decorado con flores rojas, amarillas y blancas de temporada, que conviven con diferentes especies arbóreas y arbustivas que se ubican en forma rectangular en medio de la plaza. En una de sus aceras, el Museo Municipal recibe a los ciudadanos que acuden al registro, a los foráneos que se acercan hasta la Oficina de Turismo y a las decenas de curiosos que no quieren perderse la exposición montada por el Archivo Municipal sobre la historia, precisamente, de este enclave tan especial para los albaceteños. Una muestra organizada por la Concejalía de Cultura que ha sido reforzada con actividades paralelas como un ciclo de conferencias y un programa de visitas guiadas que se extenderá hasta el próximo sábado y también atenderá a los alumnos de la Universidad de la Experiencia, dependiente de la Universidad Popular.

Junto al que fuera ayuntamiento de esta capital hasta principios de los 80 del siglo pasado, el Colegio Oficial de Médicos cuelga dos pancartas que reivindican un hospital público digno y rechaza las agresiones contra los sanitarios. A su vera, un Banco de España cerrado a cal y canto desde hace demasiado tiempo, con las rejas de sus ventanas oxidadas y una fachada que ya ennegrece por la polución y la ausencia de mantenimiento y conservación.

 

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