Enrique Belda

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Enrique Belda


Trabaja gratis, que hay crisis

26/01/2021

Tiene su lógica que en circunstancias extraordinarias de salud y emergencia como la que padecemos, existan personas que presten sus habilidades, sus conocimientos e incluso sus medios económicos o materiales, al servicio de la sociedad que lo está pasando mal. Una cosa es eso, y otra que la gente en general, y los gobernantes en particular, se tomen el desinteresado ofrecimiento para desatender sus obligaciones y justificar por ese camino un ahorro.
No me estoy refiriendo a los que teniendo un todo terreno han echado una mano para transportar sobre la nieve y el hielo a quien lo necesitaba: es claro que, si los taxistas o los vehículos de alquiler no podían circular, poco daño sufría el sector y nula competencia desleal aparecía. Pero sí me estoy refiriendo a otros profesionales, que están echando un cable por lo que está cayendo, y no pueden ni deben seguir trabajando por la cara.
Por ejemplo, desde marzo, muchas administraciones han dado por bueno que las personas que son psicólogos/as tienen que hacerlo voluntariamente. ¿Por? Esto no es una cosa pasajera desde que se suceden las semanas y descubrimos que la situación se enquista. ¿Cuál es la motivación de que trabajen gratis? Si no se les paga, además, se está destrozando la actividad profesional reglada de todos aquellos que tienen su consulta abierta para estos menesteres.
Claro: el problema es que no hay dinero en el sistema nacional de salud para atender este ingente gasto que se presenta, y que no puede ni podrá ser atendido, ni de lejos, por los psicólogos de los servicios públicos. Habrá que tratar ese asunto o reconocer la incapacidad de respuesta estatal o autonómica, pero no es de recibo que se estén empezando a determinar una serie de labores consideradas como trabajo gratuito o debido.
 Los periodistas saben muy bien de esta eterna intromisión donde cada vez más y más gente salta de ámbitos de opinión externa como este que leen, para cubrir parcelas de índole informativo. También muchos abogados, profesores, médicos, y sanitarios en general.
Nuestra sociedad en crisis está en la necesidad de responder a la emergencia con gratuidad y generosidad no impuesta, cuando pasa algo gordo, pero no debe olvidar el valor del trabajo, del tiempo, y de los avances profesionales que garantizan un servicio reglado de calidad, y no de caridad.