Domingo Henares

Domingo Henares


Nunca hasta entonces

01/08/2021

Los Juegos Olímpicos actuales (del 2020 aplazados) se están celebrando a pesar de tanto dolor como supone la presencia del coronavirus que, con insistencia desmedida, amenaza en cualquier parte a toda persona que respire sin el complemento, ya natural, en su organismo de una mascarilla. Nadie sabe hasta cuándo, ni por qué interés económico oculto los juegos de Tokio siguen su curso, sin los espectadores directos que, en rigor, forman parte del espectáculo. Pues nadie se juega la vida en solitario, ni pone en trance de agonía el ritmo acompasado de su corazón, o el buen aspecto de sus pulmones frente a frente según la radiografía. El verdadero autorretrato que llevamos puesto. Y será oficio de los historiadores dar razón de por qué no paró toda actividad, todo negocio entre nosotros por estas fechas, hasta encontrar el remedio universal de las vacunas para sosiego de la raza humana.
De todas formas, hay en estos juegos de verano una tristeza mayor, porque otra vez se ha puesto en entredicho el famoso juego limpio que debe presidir en todas las competiciones. Pues hasta entonces nunca se había propagado en ningún meridiano de la Tierra tanto dolor provocado, el causado por el púgil español y cubano Emmanuel Reyes contra el rostro de su adversario Vassily Levit. Lo tumbó en la lona de un golpe certero y aplaudido por todos los televisores del mundo, con tanta eficacia que ya no pudo el vencido levantarse, literalmente k.o. y el árbitro mandó parar.
Con el boxeo se derrumban las ideas, las torres del hombre y callan las campanas de su frente. Cómo duele el pensamiento. Solo de pensarlo.