En la profesión periodística todos los días nos enfrentamos a la realidad, de una forma tan cruda y transparente que a veces intenta sobrepasarnos, como sucedió durante lo más duro del confinamiento del año pasado. Pues bien, de un tiempo a esta parte parece que determinados sectores de la sociedad pretenden teledirigir la realidad a los medios de comunicación y así nos encontramos con una realidad virtual paralela a la que verdaderamente se produjo.
El deber de todo periodista es estar atento a todo lo que acontece a su alrededor, pero desde hace unos meses, aparte, el periodista debe perder el tiempo en decidir entre lo que realmente sucedió y la realidad virtual que nos amenaza diariamente. Así, por ejemplo, a la redacción de La Tribuna de Albacete es ya habitual que lleguen notas de prensa con declaraciones de políticos que nunca se realizaron o varios comunicados sobre un mismo acto remitidos desde distintas instituciones, cuyos representantes acudieron en calidad de invitados, no de protagonistas. También se da el caso de dirigir a los periodistas para que tomen declaraciones a determinados protagonistas y obvien al verdaderamente fundamental para llegar a las claves de la realidad propiamente dicha. También cuando se produce alguna exclusiva no autorizada se veta a este o aquel medio de comunicación.
El periodismo ejercido por profesionales es incómodo, por eso brotan como setas medios con pocos recursos, tanto humanos como económicos, que son meros transmisores de comunicados oficiales para inundar las redes sociales de mensajes sin contenido que distraigan al personal de lo real. Son creadores de una realidad virtual que hoy es el verdadero opio del pueblo, mientras las noticias importantes pasan realmente desapercibidas para los ciudadanos.