La atribulada vida de Artemio Precioso

Andrés Gómez-Flores
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Francisco Linares Quijano publica un libro, editado por el Instituto de Estudios Albacetenses, sobre el célebre empresario, periodista, escritor, político y juez hellinero muerto en 1945

Imagen de la portada del libro publicado por Francisco Linares Valcárcel. - Foto: IEA

Pocas vidas tan plurales y complejas como la de Artemio Precioso (Hellín, Albacete, 1895-1945). Eso se deduce de la atenta lectura del libro «Apuntes biográficos sobre el escritor y editor Artemio Precioso García», escrito por Francisco Linares Valcárcel y publicado recientemente por el Instituto de Estudios Albacetenses.

Francisco Linares ha llevado a cabo un soberbio ejercicio de investigación para urdir con precisión la trama de una vida tan intensa y llena de emociones y sobresaltos como fue la del empresario, periodista, escritor, editor, político y juez; uno de los más célebres personajes de la vida cultural española a partir de 1920 y durante los veinticinco años siguientes. Baste señalar el destacado papel que desempeñaron en esos años tres de sus criaturas: la editorial Atlántida; la colección «La Novela de Hoy», 526 novelas cortas publicadas a lo largo de diez años -1922 a 1932-, en las que logró reunir a los más destacados autores de la época; y el semanario satírico «Muchas Gracias». Dejando atrás la estrecha vida provinciana, Precioso se estableció en Madrid en 1909, a los 18 años de edad, iniciando una prolongada carrera de periodista como redactor del diario «La Época» y crítico teatral en «El Madrid Cómico», una brillante etapa profesional que no estuvo exenta de denuncias, procesos y altercados, como el atentado a un colega suyo, el periodista albaceteño Francisco Gálvez a quien, en julio de 1911 disparó a bocajarro con una pistola Browning en el interior del Café del Progreso, por lo que pasó seis meses en la cárcel. Este es un suceso poco conocido que Linares documenta y narra con precisión.

   En 1920, de nuevo en Madrid, pone en marcha su principal proyecto literario: La Novela de Hoy editando, además de las suyas, novelas de escritores como Pedro Mata, Fernández  Flórez, Antonio de Hoyos y Vinent, José Francés, Gómez de la Serna, Álvaro Retana, Joaquín Belda, Alberto Insúa, José Francos Rodriguez, Cansinos Assens, Pio Baroja, Azorín o su gran amigo Blasco Ibáñez entre otros, a los que llega a pagar mil pesetas de entonces por cada una de las entregas semanales, lo que le convierte en el editor de moda que más paga a sus autores, como señala Francisco Linares. Su enorme éxito popular, difícil de imaginar hoy, llevó al Diario de Albacete a publicar una crónica titulada «Un paisano que triunfa», en la que se habla de la curiosidad pública que éste ha despertado en el gran mundo madrileño, «donde se le llegó a tomar por un americano», según el periódico.

En aquel Madrid de la cultura y la bohemia, Artemio Precioso debió sentirse como pez en el agua. Su vida emprendedora todavía lo llevó a poner en marcha nuevos proyectos como La Gran Revista Cultural Hispanoamericana, La Vida, o Los Hombres Libres que, por toda coletilla decía en su mancheta de cabecera: Periódico vibrante y sincero, al mismo tiempo que se rodeaba de los intelectuales del momento: Emilio Carrere, Julio Camba, Felipe Sassone, Fernández Flórez y su amigo y paisano Mariano Tomás, y gente de la política como Santiago Alba, Sánchez Guerra o Martínez Barrio.

Hasta que los problemas de la censura cavaron un cerco en torno a Precioso y, como señala Francisco Linares: «como consecuencia de este ambiente y por la franca oposición de Artemio Precioso a la dictadura de Primo de Rivera, sus proyectos y sus propios escritos comienzan a ser perseguidos». A partir de septiembre de 1923, al menos siete de sus novelas se vieron inmersas en procesos, acusadas de pornografía, si bien Linares señala que los asuntos que Precioso tuvo con la justicia por sus publicaciones «solo pueden justificarse por cuestiones políticas, por su defensa del divorcio y por sus ataques a la moral burguesa». Según relata el propio escritor, al mes de haberse publicado una de sus novelas, Flores de pasión, la policía se presentó en la sede de la editorial Atlántida «con diecisiete mandamientos judiciales para recoger otras tantas novelas mías», llegando a incoarse exactamente diecisiete nuevos procesos por escándalo público. 

 

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