Fogones que claman justicia

Maite Martínez
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Las temporeras marroquíes de Huelva que denunciaron abusos laborales y sexuales cocinaron para hacer visible su causa

Tres de las mujeres cocinan platos tipicos marroquíes, en el restaurante Sesamum. - Foto: José Miguel Esparcia

Ese singular grito árabe, el zaghareet, llenó ayer la cocina de Sesamum. El restaurante cedió sus fogones a las 10 temporeras marroquíes que denunciaron acoso sexual y laboral en los campos de fresas de Huelva y que desde hace casi un año están en Albacete a la espera de que se juzgue su caso. 

Estaban contentas, sobre todo por sentirse útiles y saberse acompañadas en su particular calvario. Montañas de cous cous aliñado con calabaza y patatas, un zalook de berenjena y habas y, para rematar, té y pastas, fue el menú que prepararon para los cerca de 40 comensales que acudieron a esta cita dominical. 

El dinero recaudado les ayudará a sobrevivir, aunque al fin hace un par de semanas se les ha concedido un permiso de residencia y trabajo por nueve meses que les permitirá trabajar. «Se irán al campo, a la cebolla o lo que toque», señaló Jesús Díaz Formoso, el abogado que junto a la letrada Belén Luján, pelea en los tribunales para que se investigue si estas mujeres fueron víctimas de trata, como él sostiene.

Este abogado coruñés preside la Asociación de Usuarios de la Administración de Justicia (AUSAJ). Cuenta que les llegaron varias advertencias de lo que podría estar ocurriendo en los campos de Huelva y allá que se fueron, «encontramos a cientos de mujeres encerradas tras una valla, enseñando sus pasaportes y pidiendo ayuda». Era 31 de mayo de 2018.  Al día siguiente, se personaron ante el juez de guardia de Palma del Condado, «como era viernes, nos emplazó a volver tres días después, no apreció ninguna urgencia cuando le contamos que había más de 200 mujeres encerradas». No les dio tiempo a volver. 

Lo siguiente que ocurrió, relata, es que las mujeres fueron despedidas y expulsadas a Marruecos. Solo estas 10 siguieron adelante con la denuncia que habla de abusos sexuales, incluso una violación, aunque no en todos los casos los sufrieron. También denuncian que no llegaron a cobrar ningún salario. Desde entonces, estas mujeres están en Albacete, acogidas por Luján.

Este abogado entiende que podría haber un delito de trata con fines de explotación sexual y quiere que los juzgados españoles entren a investigar. Relata que año tras año, a través de la Autoridad Laboral de Marruecos (Anapec), se traen contingentes de trabajadoras marroquíes para la campaña de la fresa. «Van a las zonas rurales de Marruecos, donde el analfabetismo es un hecho, y ofrecen estos contratos a mujeres con hijos pequeños, dicen que para asegurarse que van a volver», relata Díaz Formoso. Según este abogado, algunos empresarios, «pocos, pero los hay», utilizan a estas mujeres para prostituirlas, «las encierran, las tienen sin comer durante días y así con la ayuda de unas alcahuetas las empujan a prostituirse, luego las amenazan con enviar los vídeos que graban con lo que hacen a sus familias». Ser víctima de abusos sexuales conlleva en Marruecos ser repudiada, excluida.

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