Días de caminar por el pasillo

M.D.M.
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Los mayores pasan el confinamiento con el deseo de poder abrazar cuanto antes a sus hijos o nietos y con nuevas rutinas diarias

Días de caminar por el pasillo - Foto: Rubén Serrallé

El decreto del estado de alarma y el confinamiento que supuso cambió, de un día para otro, la rutina diaria de todas las familias. Vecinos de todas las edades tuvieron que dejar, durante semanas, de poder acudir a sus actividades diarias o de poder recibir a gente en casa.

Rosario Vizcaíno y Manuel Sánchez son un matrimonio mayor de Albacete que pasa el confinamiento en casa, con el deseo de que «todo esto pase cuanto antes y bien y que los domingos podamos volver a juntarnos todos aquí en mi casa».

Rosario detalla cómo antes del confinamiento ella acudía por las mañanas a gimnasia y por las tardes a manualidades. Al mediodía, preparaba la comida para ella, su marido y dos de sus nietas, que dan clases de gimnasia rítmica cerca de su casa y aprovechaban para comer con los abuelos. Unas comidas que «tanto ellas como nosotros echamos mucho de menos, tenemos tantas ganas de poder verlos a todos», cuenta Rosario. Su marido y ella han salido muy pocas veces desde que comenzó la situación, él alguna vez si han necesitado pan y ella solamente a la parte baja del edificio «y siempre con guantes, tomando todas las precauciones, porque la verdad es que da miedo», señala.

Su día a día ha cambiado y en sus rutinas ahora está «caminar por el pasillo. Como no puedo ir a gimnasia ni salir a pasear, intento caminar por aquí, que tengo la rodilla mal  y me viene bien», detalla.

Explica que el día a día, aunque ha cambiado radicalmente para ellos, «se lleva bien, aquí los dos estamos bien» y hasta bromea con que incluso ahora se levantan más tarde «de lo que deberíamos».

La compra se la hace su hijo, al que Rosario cuenta que le manda por el móvil la foto de la lista de los productos que necesita.

Y señala como todos en su familia están muy concienciados con la situación. «Ellos ya nos decían que no podían venir, tienen miedo de pillar el coronavirus alguno y que nos lo pueda pegar a nosotros», recuerda Rosario, que desea con todas sus fuerzas que llegue el día en que su casa pueda volver a ser una fiesta de toda la familia.

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