Marruecos tensa la cuerda

Agencias-SPC
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Rabat, lejos de acercar posturas con España como le pidió Felipe VI, exige al Gobierno más claridad respecto a su postura sobre el Sáhara Occidental y se muestra dispuesto a elevar el tono en Ceuta y Melilla

Marruecos tensa la cuerda - Foto: Ángela RÁ­os Europa Press

Marruecos no parece estar dispuesto a aflojar en su pulso con el Gobierno español pese a que, incluso Felipe VI, haya intentado apaciguar los ánimos y acercar posturas. Y es que, Rabat no solo exige «más claridad» a España respecto a su postura sobre el Sáhara Occidental, sino que parece dispuesta ahora a incluir también en el pulso a Ceuta y Melilla.

Las palabras del Rey el pasado 17 de enero animando a que los dos países caminen «juntos», en línea con el deseo manifestado por Mohamed VI en agosto de una nueva relación basada en la confianza y el respeto mutuo, no tuvieron la acogida que se esperaba tanto en Zarzuela como en la Moncloa.

El primer ministro marroquí, Aziz Ajanouch, abundó en el mensaje lanzado por su monarca en noviembre con motivo del 46 aniversario de la Marcha Verde, cuando advirtió de que no cabían «posiciones vagas o ambivalentes» en lo relativo al Sáhara Occidental por parte de aquellos países que quisieran relacionarse con el reino.

Y por si no había quedado claro, el portavoz del Gobierno, Mustapha Baitas, puntualizó que las relaciones exteriores del reino se sustentan en «ambición y claridad». «La ambición existe, y España también ha expresado su ambición, pero para que esta ambición se refuerce, necesitamos mucha claridad», recalcó.

El Gobierno trató de quitar hierro al asunto por boca del titular de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien puso en valor la sintonía mostrada en sus mensajes por ambos soberanos, si bien apuntó a Marruecos que la postura española sobre el Sáhara no ha cambiado: lograr una solución política mutuamente aceptable para las partes en el marco de la ONU.

Además, el jefe de la diplomacia, que el 21 de enero recibió al nuevo enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, defendió la necesidad de «encontrar remedio a un conflicto que dura décadas» y que «más que congelado está olvidado».

Marruecos ha dejado claro que después de que en diciembre de 2020 el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, reconociera como marroquí el Sáhara Occidental -declaración en la que la nueva Administración de Joe Biden no ha dado marcha atrás- quiere que otros países sigan sus pasos, entre ellos España.

Este ha sido precisamente uno de los principales detonantes de la actual crisis diplomática con el reino alauí, como terminó por reconocer Rabat, si bien el argumento inicial fue la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para que recibiera tratamiento contra el coronavirus.

El conflicto, iniciado con la llegada de Ghali el 18 de abril, tuvo su punto álgido el 17 y 18 de mayo con la entrada masiva de inmigrantes procedentes del reino alauita con la connivencia de las autoridades magrebíes. La entonces ministra de Exteriores, Arancha González Laya, convocó a la embajadora marroquí, Karima Benyaich, para trasladar la queja por estos hechos, tras lo cual Rabat la llamó a consultas y aún sigue sin regresar a Madrid.

Colección de agravios 

En el tira y afloja que mantiene Marruecos con España se han ido produciendo, además, otros agravios en los últimos meses. El primero la instalación de una piscifactoría en aguas próximas a las islas Chafarinas, por la que el Gobierno español ya ha trasladado su queja al marroquí, sin consecuencias por ahora.

Rabat también ha firmado un contrato con la empresa israelí Ratio Petroleum Energy para explorar la búsqueda de petróleo y gas en la costa saharaui cercana a Dajla, frente a las islas Canarias. A esto se suma el dardo en forma de comunicado lanzado por el Ministerio de Salud magrebí a finales de diciembre, criticando la gestión de la pandemia en España y asegurando que el país es una «amenaza».

El siguiente objetivo en su pulso parece que será Ceuta y Melilla. El reino alauí reclama la soberanía de ambas Ciudades Autónomas así como de los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y el archipiélago de las Islas Chafarinas, y de forma periódica verbaliza públicamente esta reivindicación.

Nueva reivindicación 

La última vez que esto ocurrió fue en diciembre de 2020, poco después de que Trump reconociera la marroquinidad del Sáhara. El entonces primer ministro magrebí Saadeddine El Othmani sostuvo que «llegará el día en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara».

En un nuevo gesto público esta pasada semana, el director de Seguridad Nacional, Abdellatif Hammouchi, dio instrucciones a las comisarías de Policía en las fronteras terrestres con las Ciudades Autónomas para que sustituyeran la palabra frontera de su denominación por puerta -bab en árabe-.

Dichas fronteras seguirán cerradas por ahora. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dado instrucciones de que el cierre, que se decretó en marzo de 2020 por la pandemia, se mantenga hasta el próximo día 28. Sin embargo, Marruecos ya había procedido unilateralmente a sellar sus límites territoriales con las dos Ciudades Autónomas desde mucho antes. En verano de 2018, Rabat procedió al cierre unilateral de la frontera comercial entre Melilla y Marruecos, mientras que a finales de 2019 optó por endurecer los controles contra el contrabando en la de Ceuta.

En un informe publicado en noviembre por el Observatorio de Ceuta y Melilla, varios expertos advirtieron que Rabat está llevando a cabo una estrategia híbrida, de la que forman parte estas medidas que buscan en gran medida asfixiar a estos dos enclaves, para terminar haciéndose con su soberanía pero evitando la confrontación directa.

Eduard Soler, investigador sénior del Barcelona Centre for International Affairs, cree que la cuestión será «central» este año en la relación de Marruecos con España. Hasta ahora, el cierre de las fronteras por la crisis sanitaria «ha eclipsado» el hecho de la «intencionalidad política» de Rabat con sus medidas previas, por lo que habrá que ver qué ocurre una vez las fronteras se reabran, subraya este experto. Marruecos parece estar decidido a «problematizar» la cuestión, sentencia.