Francisco J. Martínez

CARTA DEL DIRECTOR

Francisco J. Martínez


Del esperpento al sainete

06/02/2022

El Congreso de los Diputados tiene que cambiar de nombre después del esperpento propio del mismísimo Valle Inclán por el voto del cacereño Alberto Casero. La democracia española vivió un episodio lamentable que debería sonrojar a todas sus señorías, desde la presidenta Meritxell Batet hasta el último de los diputados, cargo que en estos momentos ocupa Alberto Casero, diputado por Cáceres. Pero ninguno de aquellos que conforman la Cámara Baja puede alzar la voz en uno u otro sentido.
El señor Casero no fue consciente de que su voto valía poner patas arriba la decimocuarta legislatura de la última etapa democrática española. Votó sin detenerse mucho en sus respuestas, las confirmó y, cuando le dijeron lo que había hecho, se armó el sainete que firmaría sin escrúpulos Mariano José de Larra. Después vinieron dos entremeses cervantinos en su más puro estilo, con la arrogancia de la presidenta del Congreso y el pataleo y bronca del Partido Popular. Acabó la jornada de autos con el desenlace de diputados abrazados, los unos, como si España fuera de nuevo campeona del mundo de fútbol, y enfadados a grito pelado, los otros, como si criticaran que el árbitro hubiera pitado penalty injusto en el último minuto.
Nos podemos reír del esperpento e incluso llorar con el sainete, pero lo realmente importante es la imagen que dio la democracia española, por una parte, a los ciudadanos, que vuelven a sentirse defraudados por enésima vez, y, por otra, a la comunidad internacional, que percibe que la democracia española, cuyos líderes proclaman su madurez, está todavía en pañales y, visto lo visto, se los tienen que cambiar demasiado a menudo.