La pandemia del coronavirus ha sacado a la luz la relevancia de la salud mental, especialmente de ciertos grupos de población, no sólo de los más vulnerables, como son los discapacitados a causa de un trastorno mental, sino también de los adolescentes y jóvenes, los ancianos, o la gente que vive sola o en situación de exclusión social. Y ha puesto de manifiesto la necesidad de revisar la atención que se prestan a la salud mental, así como el hecho de que son necesarios más recursos y la integración de esta especialidad en las zonas básicas de salud, con una apuesta clara por su definitiva presencia en Atención Primaria, para una intervención precoz y reducción de la excesiva medicalización que sufren muchos pacientes con trastorno mental.
Hoy Día Mundial de la Salud Mental es el momento de poner sobre la mesa esta realidad, que cobra especial protagonismo en un contexto de aumento de la presión asistencial derivado de la pandemia del Covid-19 que ha agravado la salud emocional de muchas personas, lo que ha motivado que la brecha entre que un paciente es derivado desde Atención Primaria hasta que es visto por los especialistas de la Unidad de Salud Mental del Hospital Perpetuo Socorro se haya agrandado, con unos tiempos de demora difíciles de asumir tanto para enfermos como para profesionales sanitarios.
La jefa del Servicio de Salud Mental, la doctora María Jesús Montes, aseguró que partimos de la base de que en España no existe Estrategia de Salud Mental actualizada, y de que respecto a la Unión Europea nuestro país tiene una media de psiquiatras por habitante un 40% inferior a la media de la UE y un 50% inferior a la media europea en cuanto a la tasa de psicólogos clínicos, por no hablar de la deficiente asignación a los equipos de otros profesionales especialistas de Enfermería, Terapia Ocupacional o Trabajo Social.
Y es que a pesar de las repetidas recomendaciones de la OMS, como recordó la psiquiatra Montes, la salud mental no ha recibido la priorización que le corresponde en el mapa sanitario, y esto ha provocado que los planes de salud se hayan desarrollado de forma desigual entre las diferentes autonomías, sin presupuesto específico, por lo que los nuevos programas han nacido con equipos incompletos.
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