Música para olvidar la guerra

José Luis Royo
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Artemii, un joven refugiado ucraniano que llegó a Carcelén junto a su madre para huir del conflicto con Rusia, se incorpora a la banda de Alatoz, con la que participó en su primer concierto

Un músico más de la banda. - Foto: A.P.

Llegaron a Carcelén hace poco más de tres semanas huyendo de la cruel guerra en la que se ha visto involucrado su país, de los sonidos de las bombas, del miedo a morir bajo el fuego enemigo. Natalia y su hijo Artemii se han adaptado perfectamente a su nuevo entorno a pesar de la barrera que supone el idioma, ya que ninguno habla una sola palabra de español.

«Nos sentimos muy bien atendidos por los habitantes de Carcelén», explica Natalia, que asegura que su hijo «está muy contento con el colegio, con los nuevos amigos que tiene y que se hayan respetado sus aficiones. Nos gusta mucho tanto el pueblo como el entorno y el paisaje, estamos muy felices».

Vivían en un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Sumy, a unos 30 kilómetros de la frontera con Rusia, en una zona muy conflictiva, por lo que no tuvieron más remedio que poner tierra de por medio. «Escuchamos muchos disparos y vimos una concentración importante de militares, por lo que pensamos que se estaba preparando una gran ofensiva», recuerda Natalia, que añade que «nuestra casa no está preparada para eso, por lo que tuvimos que buscar un refugio entre dos paredes de hormigón, pero no era suficiente». Se puso en contacto con una amiga y el 23 de marzo tomo la gran decisión, abandonar Ucrania. Un día después y media hora antes de partir le comunicó a su marido y a sus padres que iba a salir de país con el niño y así lo hizo. Desde su llegada a Carcelén está en contacto diario con su familia y señala que «de momento están bien».

Junto a ella llegó a  Carcelén su hijo Artemii, que viajó con su trompeta hasta la frontera con Polonia, desde donde vino a España con la Fundación Madrina, a la que acompañó nuestro compañero fotógrafo Rubén Serrallé, que se fijó en Artemii y su trompeta y le comentó que en el pueblo de al lado, Alatoz, había una banda de música. «Durante el viaje Rubén me dijo que en España tenía un amigo que vivía cerca del pueblo en el que me iba a instalar que tocaba en banda de Alatoz y que me iba a ayudar a entrar». Los ojos de Artemii se abrieron como platos porque «era mi sueño, nunca había tocado con ninguna banda, solamente daba clases de trompeta y la noticia me hizo muy feliz».

Artemii, que cumplirá 13 años en junio, toca la trompeta desde hace tres y para él, poder formar parte de una banda de música es algo indescriptible. «Decir que me gusta sería quedarme corto, estoy muy contento en la banda».

Su adaptación ha sido tan rápida que el domingo pasado participó en el concierto de marchas procesionales que ofreció la Asociación Musical Virgen del Rosario de Alatoz en la iglesia de San Juan Bautista de la localidad, en el que fue su primer concierto. «No me esperaba tanta felicidad, me traje la trompeta pensando en poder seguir dando clases online con mi profesor de Ucrania».

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