Fatiga pandémica, «respuesta normal a una situación anormal»

Javier D. Bazaga / L.G.E.
-

¿Tensión, insomnio, irritabilidad? La decana del Colegio regional de Psicólogos explica que «todos reaccionamos a los cambios». La respuesta es más negativa entre los que tienen propensión a padecer una «fuerte emocionabilidad»

Una encuesta del CIS revela que la mitad de la población se ha sentido deprimida o agobiada al menos alguna vez. - Foto: Luis López Araico

Lo llaman ‘fatiga pandémica’. Un concepto que, sin embargo, aglutina muchas más dolencias que el propio agotamiento. Desde hace un año, cuando afrontamos un duro confinamiento, todos hemos experimentado, en mayor o menor medida, el miedo al contagio, el dolor por la pérdida de seres queridos, el temor a ante la pérdida del trabajo o una tremenda incertidumbre sobre el futuro.

Emociones que se han acentuado en todos nosotros y que, en algunos casos, se han manifestado en forma de ansiedad, irritabilidad, insomnio, preocupación, depresión… Estados de ánimo que no son sino «una respuesta normal ante una situación anormal», como explica María Dolores Gómez Castillo, psicóloga clínica del Servicio de Salud Mental del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, y decana del Colegio de Psicólogos de Castilla-La Mancha.

«Es una respuesta adaptativa al cambio, una reacción a una situación ante la que perdemos el control» apunta esta doctora, que confiesa haber visto «niveles muy altos de ansiedad» en la población durante esta pandemia, sobre todo al principio, durante el confinamiento, cuando decidieron habilitar un servicio de atención telefónico para estos casos ante la imposibilidad de salir de casa. «El 78% de las personas que llamaron manifestaron unos niveles muy altos de ansiedad», confirma. Y es que, uno construye y toma sus decisiones en función de una realidad determinada, en función de unas circunstancias. Y «en aquel momento todo se desarmó», afirma.

María Dolores Gómez Castillo es psicóloga clínica del Servicio de Salud Mental del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete,María Dolores Gómez Castillo es psicóloga clínica del Servicio de Salud Mental del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, - Foto: José Miguel EsparciaEn febrero el CIS realizó una encuesta sobre la salud mental durante la pandemia. Casi un 16% de los encuestados admitió que había sufrido uno o más ataques de ansiedad. Y casi la mitad de la población reconoce que ya sea algunas veces, bastantes o muchas, se ha sentido triste o deprimido, desesperanzado respecto al futuro, agobiado, estresado, nervioso o irritable. 

Es posible que usted, que está leyendo estas líneas, haya sentido algo parecido. Como demuestra esta encuesta ha sido algo bastante común. «Todos reaccionamos a los cambios» justifica Gómez Castillo, aunque es verdad que las personas más vulnerables han experimentado reacciones más intensas. Los que no presentaban patologías previas, o tendencias hacia este tipo de emociones, han manifestado otras reacciones como tensión, insomnio o irritabilidad, «que es lo que estamos viviendo todos». Pero en los casos en los que había una propensión a padecer esta «fuerte emocionabilidad», la respuesta ha sido mucho más intensa y más negativa.

El síndrome de la cabaña y la estigmatización

La responsable regional de Salud Laboral de CCOO, Raquel Payo, recuerda perfectamente cómo se vivió el comienzo de la pandemia en el trabajo de su departamento. «Tuvimos meses brutales de asesoramiento, de consultas permanentes que no hemos podido ni cuantificar», expone. Dice que al principio casi todas estaban relacionadas con los contagios y las medidas de prevención, pero según fueron avanzando las semanas empezaron a detectar también los riesgos psicosociales de esta situación en el ámbito laboral.

Muchos profesionales se tuvieron que ir a sus casas a teletrabajar y cuando tocó la hora de volver, notaron cierto miedo por volver a salir y regresar al entorno laboral. Es lo que se etiquetó como ‘síndrome de la cabaña’. «Habíamos estado protegidos en nuestros domicilios y apareció ese miedo a salir», cuenta Raquel Payo, «muchas de las consulta que nos llegaban tenían que ver con eso».  Cuenta que fue más acusado en aquellas personas con patologías de riesgo por el coronavirus.

También menciona como riesgo psicosocial la «estigmatización» del que había pasado el coronavirus. «Cuando alguien está de baja por causa de origen común, o por un accidente, casi nadie de su entorno laboral sabe que está de baja, no corre como la pólvora», explica, «pero con el coronavirus era absolutamente público, la privacidad de esa baja no ha existido». Apunta que para algunos trabajadores la vuelta al puesto ha sido «dolorosa», pues «han percibido ese rechazo».

Raquel Payo explica que las consultas que han llegado al sindicato tanto por el síndrome de la cabaña como los casos de estigmatización se han ido reduciendo, conforme la enfermedad ha seguido avanzando y casi se ha llegado a naturalizar

Pero esa prolongación de la pandemia ha traído nuevos efectos negativos. La decana del Colegio de Psicólogos de Castilla-La Mancha añade que ahora se están sumando factores como el de la desesperanza por una situación que parece no tener fin. «Llega la frustración de que no se acaba» cuando uno espera que pase pronto. «Es como una recaída» dice, cuando se espera que la situación termine y llegan nuevas olas. «Genera más desesperanza y provoca estados emocionales más complejos» indica, entre los que ha visto «tentativas autolíticas o tendentes al suicidio». También trastorno de la conducta alimentaria que se ha dado especialmente en adolescentes, o el abuso de juegos online.

Una generación marcada por el coronavirus

Ante el impacto de una situación pandémica como la actual, la doctora Dolores Gómez Castillo no duda de que habrá secuelas a largo plazo en la población. «Esto es gravísimo, tenemos que entender que estamos ante una situación muy complicada y que nadie va a ser igual que era antes», sentencia quien ha visto como mecanismo de defensa la negación de lo ocurrido. «Cada uno utiliza sus recursos» para afrontar esta situación extraordinaria. «Hay quien la acepta y hay quien la niega y se salta las normas» dice, convencida de que todo esto «nos marcará como generación, será la generación Covid».

La responsable de Salud Laboral de CCOOen Castilla-La Mancha recuerda que en la anterior crisis se percibió un ‘síndrome del superviviente’ con cierto sentimiento de culpa de aquellos que no perdían el empleo, pero veían que sus compañeros les habían echado. Ahora, sin embargo, cree que esta crisis afectará de forma distinta, porque no solo hay un componente económico, sino de salud. «La factura que nos va a pasar tiene que ver más con lo emocional», expone, «con las pérdidas que hemos tenido y ese miedo que hemos pasado». 

«Ha habido otros momentos difíciles en la historia de los que hemos salido»

María Dolores Gómez Castillo concede un mensaje de optimismo: «Estamos programados para sobrevivir como especie», por lo que no duda de los recursos del ser humano, también mentales, para «adaptarnos y sobrevivir, es un mecanismo al que apelamos para que podamos salir de esta». «Ha habido otros momentos difíciles en la historia de los que hemos salido, y ahora estamos mejor preparados» asegura la decana del Colegio de Psicólogos, aunque añade que «el que no se sienta capaz que consulte con un psicólogo, porque trabajamos para que puedan sacar los recursos que tienen y afrontar esa realidad».