El Sagrado Corazón duplica la entrega de táperes de comida

Ana Martínez
-

Con el comedor social cerrado, la institución teme no poder atender el aumento de la demanda por falta de alimentos

El comedor social es atendido por voluntarios del Sagrado Corazón. - Foto: Rubén Serrallé

«Apurado». Con discrección y mesura, pero sin quitarle un ápice de gravedad. Así resume Victoria Fernández, madre superiora de la institución benéfica del Sagrado Corazón de Jesús de Albacete, los meses de encierro, confinamiento y extensión de la pandemia. 

Y allí, en pleno barrio de San Pedro, frente al hospital del Perpetuo Socorro, cada día se forman colas de más de 400 personas para pedir un plato de comida caliente. Las han llamado las colas del hambre, pero también lo son de la vergüenza, de una desidia de las instituciones públicas que deberían ser las encargadas de atender directamente a los más vulnerables, a los desheredados de derechos, de la tierra.

Con el estado de alarma en vigor y el miedo a los contagios, el Cotolengo decidió cerrar su comedor social en el que normalmente comían entre 150 y 200 personas, repartidas entre las 18 mesas que se utilizaban en dos turnos. Con el avance de las fases de desescalada, la institución y sus voluntarios decidieron empezar a repartir comidas caseras el pasado 1 de junio, pero sin abrir las instalaciones del comedor ante la imposibilidad de garantizar la distancia interpersonal entre los comensales.

El número de peticiones se ha disparado. Cada día, en torno a las 12,30 de la mañana, comienza a formarse una larga cola a las puertas del Cotolengo para pedir el táper: una bolsa con un primer plato de cuchara, un segundo de fresco, un bocadillo para la cena, fruta y bebida. «Se nos ha disparado el número de usuarios», tanto que han llegado a superar las 400 entregas por día, muchas de ellas para familias sin recursos y temporeros subsaharianos que, con la prohibición de trasladarse a los tajos, no han podido incorporarse al campo. «Muchas familias vienen a por cinco, seis, siete u ocho táperes porque tienen menores a su cargo», explica la madre Victoria, que asegura que, de no tomar medidas, las existencias del almacén se agotarían: «Estamos desbordados, el encargado del comedor me dijo que si seguíamos con ese número diario de usuarios llegaría un momento en el que no íbamos a poder absorber tanta demanda».

 

(Más información en edición impresa)