Nueva normalidad en Kiev

Agencias-SPC
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La luz, el agua y los servicios de tren y autobús vuelven a una ciudad que trata de recuperarse del horror de la guerra

Nueva normalidad en Kiev - Foto: Agencias

Después de estar contra las cuerdas por los invasores rusos, Kiev y los municipios de su alrededor -que llegaron a estar ocupados durante semanas y vivieron en primera persona matanzas que pueden ser constitutivas de crímenes de guerra- tratan de recuperarse de una guerra que aún continúa y que puede regresar a sus calles en cualquier momento: han vuelto la luz y el agua, el tren entre Bucha y Kiev empezó a prestar servicio y también hay ya autobuses desde el bombardeado Gostomel.

En la capital ucraniana, según su alcalde, viven ya 2,5 millones de personas -antes de la guerra su censo era de algo menos de 3,5 millones-, y en las calles, desiertas desde principios de marzo, ya se ven coches, incluso atascos y gente que toma algo en los bares cuando no suenan las sirenas antiaéreas. Eso sí, sin alcohol desde las 16,00 horas y con toque de queda a partir de las 22,00.

Nikolai tiene 65 años y ha vuelto a trabajar. Sus compañeros le llaman Didus -el Abuelo-. Es el conductor del autobús que une el devastado municipio de Gostomel con Kiev y está feliz. «Ya no sabía qué más hacer en casa», asegura. No hay tantos pasajeros en su bus ni coches en la vía como antes, pero cree que es un buen síntoma que se recupere la conexión con la ciudad. Ahora los vecinos pueden ir al médico, a trabajar o visitar a sus familiares.

Nueva normalidad en KievNueva normalidad en Kiev - Foto: AgenciasHay quien toma el autobús solo para ir al mercado, como Natalia, una anciana de 79 años que se quedó en Gostomel durante la ocupación junto a su marido y su hijo. «Escuchaba todos los días y todas las noches los bombardeos», apunta. Nunca quiso bajar al refugio antiaéreo. Se escondía bajo las mantas y esperaba a que cesara el ruido.

Es el primer día que sale de su barrio después de que los rusos se fueran. Ha cogido el autobús para ir al mercado del pueblo. Ha comprado huevos, pan y algo de pescado, además de lo más importante: semillas para plantar pepinos y coles en su huerto. «Sí que tengo energía para seguir, por supuesto. No tengo otro sitio adonde ir, esta es mi casa y sigo mi vida aquí», explica.

Faltan pasajeros

Olena es la vendedora de tickets en la estación ferroviaria de Bucha, el municipio cercano a Kiev donde se investiga la posible comisión de cientos de crímenes de guerra por parte de Rusia.

Nueva normalidad en KievNueva normalidad en Kiev - Foto: AgenciasEl servicio cerró el 24 de febrero, cuando estalló la guerra, y reabrió el 8 de mayo, aunque antes había 35 trenes por sentido y día y ahora solamente hay dos: uno a primera hora de la mañana, otro por la noche.

Ella se fue de Bucha el mismo día 24, alarmadísima por los bombardeos en Gostemol. Se fue a su pueblo, a la región de Zhytomyn y volvió el 5 de mayo porque se lo pidió la empresa: pronto debía incorporarse a trabajar.

Se iba enterando por las redes sociales de que algunos conocidos habían desaparecido. Hombres, mujeres, niños… Algunos de ellos eran pasajeros a los que antes de la guerra les vendía los billetes para ir en tren a trabajar a la ciudad.

«No me puedo quitar de la cabeza lo que ha pasado en mi pueblo», explica Olena, aliviada por haberse ido. A día de hoy no comprende ni es capaz de procesar lo sucedido, pero está de acuerdo en que hay que continuar. «Nada volverá a ser como antes. De momento el tren cuesta lo mismo que antes (15 grivnas) pero lo subirán. No creo que pongan otra vez todos los trenes que teníamos antes», admite.

Lujo destruido

El tejado del centro comercial Lavina, el más grande de Kiev y también de Ucrania, fue destruido por un misil y esta semana ha reabierto, aunque los operarios siguen reparando los daños en este lugar amplio y resplandeciente. Aún no se ven muchos clientes.

Marina se ha ido con su hija Helena, de seis años, porque tenían el día libre y ganas de curiosear. Ya van perdiendo el miedo a que vuelvan los rusos y el cuerpo les pide un poco de normalidad. Marina quería comprarle a la niña algo de ropa. Confía en que pronto vuelva al colegio aunque sea con clases online. 

Ellas estuvieron en la región de Kiev durante la ocupación, aunque no exactamente en su casa sino en la de los abuelos, en Molosiyivsky, una zona residencial más tranquila. Ya hace una semana que volvieron a casa y Marina ha vuelto a trabajar, no todos los días pero sí algunos. «Lo necesitaba y no solo por el dinero», afirma.

Sí ha regresado Valentina. Volvió el 24 de abril de la región de Cherkassy, adonde se fue ante el temor a los bombardeos. Los rusos rodearon su ciudad y no podía tener más miedo.

Ahora ya está trabajando en una tienda de venta de alcohol, aunque hoy tiene el día libre y ha ido al centro comercial con su amiga Katie. Cree que Kiev está recuperando el pulso.

«La gente está cansada de esta situación, se va acostumbrando y perdiendo el miedo. Confiamos en que no vuelva aquí directamente la guerra», explica Valentina.