Editorial

La ciudad vive un día histórico con la calle Ancha

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Todos los alcaldes creyeron en el proyecto urbanístico, que propició también un cambio drástico en la ordenación del tráfico rodado en el centro

La reapertura de la calle Marqués de Molins y un tramo de la calle Tesifonte Gallego -lo que comprende la calle Ancha- marca un hito en la historia urbanística de la ciudad. Después de décadas de proyectos, intenciones y operaciones frustradas, la calle principal de Albacete se inauguró anoche como una arteria peatonal que está llamada a convertirse en un bulevar de agradable paseo para los viandantes.

El camino hasta peatonalizar la calle Ancha no fue apacible, pero el consenso político hizo posible el inicio de las obras en el anterior mandato municipal, con Manuel Serrano, del PP, como alcalde, continuaron con la actual Corporación, con Vicente Casañ, de Ciudadanos, como regidor, y finalizaron con Emilio Sáez, del PSOE, en la Alcaldía. Todos los alcaldes creyeron en el proyecto urbanístico, que propició también un cambio drástico en la ordenación del tráfico rodado en el centro de la ciudad, que ha sido pronto asimilado por la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Del resultado final de la peatonalización hay partidarios y detractores, como en todas las grandes obras que afectan a lugares emblemáticos de las ciudades. Lo que está claro, a tenor del resultado final, es que la ciudad de Albacete se abre al peatón. Primero fue con la remodelación de la calle Rosario y ahora con la calle Ancha.

Pero el camino no acaba hoy con el acto de inauguración, ahora comienza una ardua tarea, la de llenar de vida la calle Ancha, que en la actualidad posee numerosos locales comerciales cerrados e, incluso, edificios en un estado de conservación deficiente. La experiencia de la calle Zapateros debe servir para no caer en los mismos errores y que la calle más importante de Albacete se convierta también en el punto neurálgico de la vida cotidiana.

Seguramente que los modelos de negocio de la calle Ancha sufran variaciones en los próximos meses, porque el contexto ha cambiado radicalmente. Hay que dar tiempo a que todo fluya, aunque los nubarrones de la crisis económica que se vislumbran en el horizontal otoñal e invernal no sea el contexto más positivo.

La ciudad de Albacete tiene el continente, el envoltorio, ahora es cuestión de dotarlo de contenido y debe ser un contenido de calidad que sea agradable para el peatón y que le estimule para acudir a la calle Ancha para disfrutar de un paseo relajado, sin coches ni ruidos excesivos.

En definitiva, hoy la ciudad de Albacete se convierte en un espacio más humano y así deben valorarlo los ciudadanos, después de meses y meses de obras que parecían interminables. Al final, la espera y el sacrificio merecieron la pena.