Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Neandertales

15/10/2021

Cuarenta mil años después de su extinción, se han puesto de moda los neandertales. Para comprobarlo, basta con rastrear en las mesas de novedades de las librerías la cantidad de títulos que se ocupan de ellos. Hace un tiempo leí Sapiens, del israelí Yuval Noah Harari, libro que posee el mérito de haberse convertido en un superventas sin abandonar el rigor antropológico. Este verano me entretuve mucho con La vida contada por un sapiens a un neandertal, de Juan José Millás (el neandertal) y Juan Luis Arsuaga (el sapiens). A pesar de su título, en este libro nuestros hermanos genéticos aparecen más de refilón. Y aun así resultan apasionantes las conversaciones (supongo que en buena parte imaginarias) entre el escritor y el paleontólogo, por mucho que en ciertos momentos el lector tenga la sensación de que Arsuaga debe de ser un plomo de cuidado. Ya más recientemente se ha publicado Neandertales, de la británica Rebecca Wragg Sykes, que aun no he leído aunque me llama mucho la atención, especialmente porque en el subtítulo se denomina a la especie «nuestros primos lejanos» cuando yo siempre los había considerado parientes mucho más próximos. Y no solamente por su aspecto físico, ese semblante de frente inclinada, cejas prominentes y mandíbula poderosa que tanto me recuerda a varias personas que he conocido (en particular a un condiscípulo de EGB llamado Rogelio), sino porque al parecer se diferenciaban tan poco de nosotros que hasta pudieron hibridarse con nuestra especie, con lo que de algún modo subsistirían agazapados en algún rincón de nuestro código genético. Como le ocurre a Juan José Millás en su libro, yo siempre he sospechado que la sangre neandertal es poderosa en mi persona. Me basta con echar un vistazo a mi alrededor y comprobar qué malísimamente me caen la mayoría de los homo sapiens que conozco.

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