Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Año de nieves

01/01/2021

Las lunas llenas de invierno, si las nubes les permiten lucir su esplendor, iluminan las tierras como ninguna de las demás estaciones. Su luz gélida, como pasada por cristales de hielo, posee una claridad que estremece, y caminar bajo su hechizo es una de las cosas más hermosas y, no lo niego, sobrecogedoras también, que puede hacerse. Yo me atreví a hacerlo el pasado jueves, aprovechando que por mi tierra la borrasca dio un respiro y ella asomó muy pronto en el cielo. A las cinco y media ya había emergido por detrás de Altomira y acompaño a una rojiza puesta de sol que, según la conseja, preludia fríos intensos. Que ya lo creo que lo están siendo y sin necesidad de estar por Molina de Aragón. Los -6 han sido la norma por el Enebral.
Hablo antes de esta última luna llena del 2020 quizás porque su luz evoque en cierta forma un blanco e inmenso sudario que pudiera ser la triste imagen del año que acaba. Un año terrible cuyo único alivio parece encontrarse en el final y en la esperanza que la ciencia, la vacuna, venza pronto y en el que viene, la increíble pesadilla, nadie podía imaginarlo por estas fechas del anterior, en la que llevamos viviendo nueves meses ya. Y que seguiremos todavía en ella y tal vez con unos coletazos de tremenda virulencia. Los contagios vuelven a estar disparados y las cifras de mortandad volviendo a crecer otra vez. Conviene pues reiterar que la vacuna previene, cuando la tengamos, pero no cura y las posibilidades de infección vuelven a ser más a temer que en los peores momentos.
Puede que suframos, como postre, esa fatalidad que se señala en los viajes. Que muchos accidentes son al final, cuando nos parece que ya hemos llegado y pasado el trance, y descuidamos la atención. Porque parece que algo así está sucediendo. Y al igual que con el volante no pueda pasar justo ahora en que, ciertamente, se vislumbra, por fin, una luz después de tan largas oscuridades.
Por mi lado me acojo a un buen y verdadero refrán. El de que año de nieves es año de bienes. Que lo es desde luego para la tierra pues no hay meteoro ni más regenerador. Para el campo, labrantíos, subsuelos, manantiales, veneros, montes, bosques, arboles, matorrales y hierbas no hay nada que asegure el futuro como las buenas nevadas. Que a lo que se anuncia van a venir, desde luego es lo que tienen pronosticado por aquí y por muchos por allá, con las mismísimas campanadas. De hecho y en muchos lugares de la meseta norte y en las cimas del sistema central ya lleva toda esta semana anterior dejándose sentir con fuerza y cuajo y señoreando horizontes. Incluso se asomó por aquí. Y blanqueo los alrededores de la ermita de Nuestra Señora de Altomira, divisoria entre Cuenca y Guadalajara.
Mi quedo, pues, con la nieve como presagio y con ese año nuevo blanco que comencemos a pasar página del más negro que a tantos, sino a todos, ha tocado vivir. Feliz 2021