Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


El otro y el mismo

24/12/2021

Cada vez que celebro mi cumpleaños (hoy lo hago por quincuagésimo octava ocasión) me da por preguntarme ciertas cosas. Hablando con propiedad, es una versión de mí la que le hace preguntas a la otra versión. Al que interroga lo llamo «el mismo», y viene a ser el núcleo central de mi personalidad, el que apenas cambia a lo largo del tiempo. Quien rinde cuentas es «el otro», que es el resultado de todos los cambios que voy sufriendo conforme cumplo años (los físicos y otros más sutiles). Tengo que aclararles que «el mismo» y «el otro» se llevan fatal. Al primero le gustaría que «el otro» se pareciera más a él, que no mostrara esa inclinación a dejarse llevar por las corrientes del tiempo y del cambio. «El otro» no soporta las preguntas y reproches de su antagonista y procura darle esquinazo. Pero en tal fecha como hoy, tan adecuada para las cuestiones trascendentales, para las culpas y los arrepentimientos, no tiene más remedio que comparecer y sentarse en el banquillo. Hoy, «el mismo» le reprocha al «otro» lo pusilánime que se ha vuelto con los años. Por paradójico que suene, lo culpa de resistirse a los cambios, cuando él no es sino el resultado del cambio. «El otro» escurre el bulto, busca excusas. Pero al final confiesa que está harto de vagabundear, que desea llegar a un sitio confortable y quedarse allí. Y me pregunto si «el otro» dará algún día con ese reducto de paz donde no existen el miedo ni el deseo. Si alguna vez lo encuentra, quizás espere allí pacientemente a que «el mismo» le dé alcance. Se me antoja un destino apetecible, aunque a fecha de hoy, el día en que cumplo 58 años, aún lo veo lejano.