Antonio García

Antonio García


Antonio Martínez Sarrión

27/03/2023

Que Albacete haya dedicado un congreso homenaje a la figura de Antonio Martínez Sarrión obedece a una motivación de perogrullo: el autor nació en Albacete. Es altamente improbable que otro poeta, aglutinador de los mismos y elevadísimos méritos pero nacido en Badajoz, por ejemplo, hubiera suscitado el interés de las fuerzas vivas locales, tanto culturales como administrativas, de donde se deduce que es la procedencia, y no la obra, la que prima en estos honrosos señalamientos. Pues si se habla de obra, hosca, anti sentimental, sin concesiones, pocos la habrán leído: al menos no se rastrea su huella en las docenas de miles de poetas autóctonos, laboriosamente provincianos (Eloy Cebrián se queda corto en su recuento) que lo tienen como faro, bien es verdad -y ello les disculpa- que el rigor poético de Sarrión es inimitable. Y dado que el autor tampoco quiso abusar de su gentilicio ni dejó muchas pistas de su procedencia en sus versos -alguna hay, desde luego, aparte de las inevitables en textos autobiográficos- se quiso dejar claro que era un escritor, por su carácter, indefectiblemente albaceteño: ahí estaba, cómo no, su retranca y su socarronería, marcas de agua de un albaceteñismo genético (por más que estas características, si se busca bien, pueden encontrarse hasta en Laponia), junto con el odo y pijo que algunos ascienden santo y seña de una patria campechana. Bienvenido sea cualquier reconocimiento al escritor siempre que se anteponga su condición universal a su muy azarosa cuna de la calle Zapateros y no se le constriña al posesivo y abusivo «nuestro» que lo priva de ser de todos.

ARCHIVADO EN: Albacete, Badajoz