Anoche, a la mayoría de niños les costó conciliar el sueño y hoy ha sido el día que más han madrugado y menos les ha costado, porque por delante tienen la jornada más feliz del año gracias a los regalos que les han traído los Reyes Magos. Atrás quedaron los días tras enviar la carta a Sus Majestades, llena de ilusiones y con la esperanza de ver materializado todo lo pedido, en la mayoría de casos excesivo, sobre todo si se compara con muchos niños, demasiados, que hoy no podrán tener un juguete entre las manos.
Es el día más feliz para los niños y también para los mayores, que disfrutamos con su felicidad y viajamos al pasado, cuando los protagonistas éramos nosotros, con menos cantidad, pero con más calidad en nuestra alegría, sabedores de la dificultad que entonces tenían los Reyes Magos para atender nuestras peticiones. Qué contraste, menos cantidad y más calidad, un fiel reflejo de la sociedad de nuestra niñez, felices con tan poco, y de la actual, infelices con tanto.
Mi carta, al margen de alguna cosa material, está llena de deseos. Deseo que nuestros representantes políticos piensen más en los ciudadanos y menos en la conquista de votos, que los sindicados defiendan de verdad a los trabajadores, sin importar el color de quien gobierna, que los empresarios, esos que en las maduras amasan beneficios, no hagan pagar el pato a sus empleados en las duras y, sobre todo, que todos seamos un poquito más humanos, que es lo más difícil de conseguir, porque no olviden que lo material es lo que menos cuesta.
Feliz día de Reyes y que sus sueños se hagan realidad.