Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Julio, el quiosquero

22/09/2020

Julio Vázquez, mi quiosquero en Madrid, con puesto de periódicos frente al imponente cuartel general de la Guardia Civil, en la madrileña calle de Guzmán el Bueno, se ha jubilado tras 60 años en este digno oficio, hoy en peligro de extinción. Su madre ya tenía un quiosco en el barrio de Tetuán de las Victorias. Con cinco años la ayudaba a desembalar la prensa. Ahora, tras jubilarse, su hijo Carlos, la tercera generación, lo ha sucedido en una profesión de futuro incierto. En tres años han desaparecido casi el 40% de los quioscos en Madrid. No es fácil encontrar prensa. Pero aún quedan quiosqueros como Julio que aguantan con las botas puestas una muerte que se anuncia y que afortunadamente se resiste. En Albacete sobreviven el de la Plaza Mayor y el de Gabriel Lodares. Lamenté mucho comprobar que cerró el del Altozano. Espero que Eladio Blázquez lo reabra. Antaño, un quiosco de prensa era el bazar de las sorpresas. De niño me quedaba embobado ante esas portadas de los diarios y semanarios de aquel tiempo de la Transición, que el quiosquero de la Plaza Mayor, Angel Chacón, junto a Rosa su mujer, colgaban con pinzas de la crestería: ABC, El País, Ya, Diario 16, La Voz de Albacete, La Verdad, Albacete 7 días, Informaciones, Pueblo, Dicen, El Alcázar, El Imparcial, Interviú o Cambio16. Muchos de ellos los repartía el bueno de Chacón, a pie con la primera luz de la mañana, de domicilio en domicilio. Julio y Ángel, quiosqueros de profesión, han sido ejemplos andantes de esa generación de españoles del esfuerzo. A mis hijos, cuando desde pequeños les llevaba temprano al colegio, les decía: «Fijaos niños en Julio. Llegó a las seis de la mañana para colocar los periódicos nuevos y devolver la prensa del día anterior y se irá cuando caiga el sol». A estos Vázquez o Chacones no les hables de salario mínimo vital subvencionado por el Estado. Desde muy jóvenes salían de su casa para currar cuando cantaba el gallo, paraban para almorzar panceta con pan y volvían a casa con el telediario de la noche. Se van los «Julios» y esta España gozosamente inculta desmantela sus quioscos. Mala noticia.