Editorial

La hipoteca de Sánchez con los nacionalistas no hace más que crecer

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Los presupuestos generales del Estado llegaban este lunes a la fase final para su aprobación en el Congreso de los Diputados, donde el Gobierno sigue sumando apoyos entre los grupos nacionalistas e independentistas que no tienen un proyecto común para España, pero con los que el Ejecutivo de Pedro Sánchez se está hipotecando para lo que resta de legislatura. 

La negociación de las cuentas del año que viene ha demostrado que no se busca un equilibrio territorial, sino que la aritmética parlamentaria arruina la equidad entre los ciudadanos y diseña un país más asimétrico al favorecer a aquellos españoles que viven en las regiones que cuentan con los escaños decisivos para mantener a Sánchez en la Moncloa. La España interior tuvo su momento de gloria en los medios de comunicación y en los mítines de campaña, pero a la hora de la verdad se ha vuelto a quedar huérfana de inversiones que ayuden a revertir las sangrías demográficas. 

Es muy reveladora la postura del BNG, partido que apoyó la moción de censura y la investidura del líder socialista, pero que ahora anuncia una abstención o un no a los presupuestos por la falta de inversiones en Galicia. Los nacionalistas de una comunidad gobernada por el PP no parecen tan atractivos para el Gobierno como los de otros territorios. 

En la negociación de los apoyos, a los que a última hora se ha sumado el PdCat y Más País, el Gobierno está dando alas a partidos que no son de fiar. «A partir de ahora seremos mucho más exigentes», advertía ayer a la bancada azul la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, al comenzar el debate presupuestario. El coordinador general de la formación abertzale, Arnaldo Otegi, señalaba que con este apoyo ponen sobre la mesa «el derecho de los pueblos a decidir». Los herederos de Batasuna, a los que día tras día se empeña en blanquear el Ejecutivo de coalición, han dejado claro, como hizo la parlamentaria de ERC Montse Bassa en la sesión de investidura, «que la gobernabilidad de España les importa un comino», y que ellos están en la suma presupuestaria porque por ella pasa su objetivo de lograr «la república vasca». 

La negociación de las cuentas de 2021 ha puesto en evidencia la bisoñez y cobardía de Sánchez, que se ha plegado a los planes de Pablo Iglesias, al escoger como compañeros de viaje para esta legislatura a los elegidos por Unidas Podemos, despreciando a Ciudadanos y la mano tendida de su líder, Inés Arrimadas. Los peajes del dirigente socialista han llegado al extremo de convertir a Gabriel Rufián en el ideólogo de la armonización fiscal en nuestro país, tras sus ataques interesados a la Comunidad de Madrid.