Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Capaces de lo mejor y lo peor

18/04/2022

Dime cuál es tu concepción del ser humano y yo te diré de qué pie cojea tu vida personal y relaciones familiares, las reformas educativas que emprendes y los tratados de paz que firmas.
Para Hobbes «el hombre es un lobo para el hombre». Los políticos que se empeñan en reformar esa jauría de lobos fácilmente degeneran en monstruos autoritarios («el Leviatán»). Para Rousseau el hombre, bueno por naturaleza, se corrompe al entrar en sociedad. ¿Será por eso que encerró a sus propios hijos en un reformatorio? Karl Marx consideró que el origen de la explotación personal radicaba en la propiedad privada. Cuando ésta sea liquidada por la dictadura del proletariado se reinstaurará el paraíso comunista. Lo que desconcertó a los marxistas es por qué la tente deseaba escapar de ese paraíso. Los movimientos populistas contemporáneos empiezan por dividir a la sociedad en dos grupos: los buenos (nosotros) y los malos (esas las minorías que hay que subyugar porque no viven ni piensan como nosotros). 
La antropología cristiana, cuyo drama hemos celebrado esta Semana Santa, ofrece una visión menos dicotómica: «El ser humano (tú y yo) es capaz de lo mejor y lo peor». Como hijo de Dios que es, dotado de una dignidad inalienable, el hombre es capaz de amar a sus «hermanos», superando su egoísmo. Pero su voluntad libre también puede alimentar sus anhelos egoístas hasta destruir a sus «competidores». Esta ambivalencia está presente en cada uno de nosotros, creyentes o no creyentes, hombre y mujeres, gobernantes y gobernados. La ventaja de los cristianos es que tienen un modelo al que seguir. La dificultad es que Cristo pide a sus seguidores que empiecen por reformar su propia vida. Y que continúen en el empeño un día detrás de otro, las malas hierbas nunca mueren.