Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Un verano para no olvidar

30/06/2020

Claro que será un verano raro. Sobre todo para las decenas de miles de los nuestros que, a causa del virus y la mala gestión política derivada del mismo, no van a poder disfrutar de los rigores de la inminente canícula. Ni de ninguna más. Se les negó la vida antes de que fuera su hora. Porque lo verdaderamente importante de este estío, que ahora despunta, es estar vivos para poder contarlo. Se trata del primer verano de la nueva normalidad y todos soñamos con que sea el último de esta draconiana situación que nos tiene desubicados, enmascarados y en permanente alerta. Pero este verano -con semáforos en las playas y piscinas cerradas por alcaldes vagos- no llega en un momento cualquiera. Arriba en el mejor de los plazos para aquellos que confían en su efecto adormecedor. Antes de la pandemia, durante los meses de julio y agosto todo parecía detenerse en pos de descanso y el solaz del respetable. De hecho los gerifaltes los han utilizado para, aprovechando el despiste ferragosteño y la sudarrina general, aprobar de tapadillo decretos ley de los más cuestionables. Todo parecía pasar inadvertido ante un país en pausa, más pendiente de coger buen sitio en primera línea de playa, o mesa en el chiringuito de moda, que de otra cosa. Muchos de nuestros gobernantes, sobre todo los que más han salido retratados en esta gravísima crisis del covid-19, esperan que llegue el primero de julio como agua de mayo. Saben que, a pesar de que estamos ante un verano raro, la gran mayoría de los españoles entraremos en “fase mental vacacional” y eso nos aletargará el profundo cabreo y aliviará nuestra gran pena. Se equivocan. No habrá refrescante baño, paella monumental o festejo estival hasta las mil que nos haga olvidar lo mucho sufrido, las flagrantes mentiras y que muchos de los que ya no están han muerto solos y abandonados. Es el momento de empezar a pedir cuentas. Demos la bienvenida a un feliz verano para no olvidar.