La pandemia del coronavirus ha sido nuestra principal preocupación durante los últimos 18 meses y es lógico, porque siempre se dijo que la salud es lo principal y el Covid nos ha robado mucho en este campo, sobre todo el bien más preciado, que es la vida. Esta preocupación sanitaria compartió foco con la económica, que una vez que se estabiliza el apartado de la salud acapara toda la luz, nunca mejor dicho.
Las preocupaciones generales cambian, como lo hacen las personas, en función de aquello en lo que más aprieta el zapato. Ahora, con las cifras de contagios y fallecidos por el virus controladas, la actualidad, con el permiso de la desgracia de La Palma, se centra nuevamente en la economía, cuyas grandes cifras se escapan a la mayoría de los mortales, que sí saben analizar las más cercanas, aunque sea con la cuenta de la vieja, para darse cuenta de que si los precios suben más que los salarios uno puede comprar menos que hace un año con el mismo dinero.
En este contexto, los ERTE se prorrogaron hasta final de año, la próxima semana se conocerán los datos del paro, que esperemos continúen la buena tendencia de los últimos meses -sin olvidar que, pese a todo, España sigue en la cabeza del desempleo de la UE- y la gran pelea se centra en los 14 euros de subida del Salario Mínimo Interprofesional, tildada por el líder de UGT, como una «mierda». Y por si faltaba algo, entre mesas de diálogo con los catalanes y mimos a los etarras asesinos, ya nos van preparando para una jubilación que a más de uno nos llegará cuando ya usemos la garrota. ¡Qué razón lleva Pepe Álvarez!