Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Sonidos ASMR

30/05/2022

Mucha gente dice que la Covid 19 nos ha traído un antes y un después. Y, posiblemente, lleven mucha razón porque la vida no la vemos de la misma manera; nos hemos dado cuenta del escaso valor que tiene el tiempo si no lo sabes utilizar para el disfrute, para el deseo o para el placer; tal vez, ese materialismo que nos ha marcado durante las tres décadas últimas parece ahora desvirtuado rompiendo moldes y sentando la base de una excesiva relajación, necesaria para entender el mundo de otra manera. Vivir al día o Carpe Diem.
Y como siempre, empiezo con algo que no es exactamente lo que quiero comentar. Mi título de esta columna hace alusión a los Sonidos ASMR y metidos de lleno en esa locura de las siglas que invade las sociedades contemporáneas, resulta que en este caso relaciona la mente con los sonidos. Y aún más todavía, me trae a colación algo que no había oído apenas –tal vez esté desfasado por eso de la edad- que es 'el orgasmo cerebral', ese placer provocado por susurros, sonidos crujientes o ruidos cotidianos que te provocan en la mente –cerebro o cerebelo- un placer inusitado, un 'gustirrinín' como hormiguero placentero que te lleva al éxtasis orgásmico, sensorial claro, y no genital. Tal vez, a los más extravíados, les produzca ambos a la vez.
Escuchaba a la joven psicóloga española Ana Muñoz en un programa televisivo –de gran audiencia y eso me hizo pensar que debería ser una noticia importante- y no daba crédito. Millones de seguidores en sus redes sociales que le proporcionan diez mil euretes al mes, conseguidos con su terapia en sus propios vídeos colgados en las plataformas de Tik Tok, You Tube e Instagram, sobre esa Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma o lo que es lo mismo el ASMR. Esta respuesta sensorial viene provocada, nada más y nada menos, que por medio de la apertura de una bolsa de patatas o el sonido al abrir una página de un libro o los susurros con voz dulce, sin olvidar, el frote de un cepillo en la tablet o en la mesa, el chirrido suave de una esponja en la ducha, o la consecución de ruidos producidos por su propia expulsión de aire. Eso sí, estando predispuesto para ello. Así de sencillo. Aunque claro está, hay que hacerlo con habilidad, tacto, imaginación y didáctica; sí, sí, he dicho didáctica.
Estamos en un mundo cada vez más inverosímil y sorprendente. Las costumbres cambian, igual que las tradiciones, los hábitos, los gustos y las modas. Tal vez, hay cambios que nos cuesta un poco llegar a su comprensión –más que nada porque algunos estamos educados en la escuela joseantoniana o pestalozziana-, pero aparecen, están y hay que asumirlos. Mis orgasmos de adolescencia y luego de madurez no tienen comparación con los que ahora podemos experimentar con susurros de Dua Lipa, Rosalía, Cardi B, Auron Plau o Najwa Nimri, sin olvidar a mi compatriota Ana Muñoz. Todo está en comprobarlo, así que, anímense.

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